Casi todos los hemos hecho alguna vez. Entramos en un baño público y antes de sentarnos, cubrimos el asiento con trocitos de papel higiénico para evitar que nuestra piel entre en contacto con una zona por la que han pasado miles de personas antes que nosotros. Pero aunque creamos que esto nos protege de posibles bacterias, en realidad estamos cometiendo un error.
Son varios medios los que explican los motivos. Por ejemplo, 22words publica un reportaje en el que revela que precisamente el asiento del váter es el lugar más seguro en cuanto a bacterias se refiere (siempre que esté bien seco, claro). Están especialmente diseñados para repeler microoganismos, gracias a su diseño curvado y a su superficie suave.
En cambio, donde sí que se adhieren las bacterias propias de las deposiciones es en todo lo demás, incluido el papel higiénico. En otras palabras, hay más bacterias en el papel que en el propio asiento de la taza.
El doctor William Schaffner, de la Vanderbilt University, explica para la revista Time que no existe evidencia alguna de que cubrir el asiento del váter proteja de los gérmenes. De hecho, como explica Philip Tierno, profesor de Microbiología en la Facultad de Medicina de la Universidad de Nueva York, la superficie porosa del papel es especialmente proclive a almacenar bacterias.
De todos modos, hay que tener en cuenta que la piel (incluida la que cubre nuestros glúteos) es una barrera bastante fiable contra los gérmenes.
El verdadero peligro está en que no nos lavemos las manos tras ir al baño, y luego nos toquemos las mucosas. Es ahí cuando se puede producir la invasión bacteriana en nuestro organismo.
Pero si aún así eres reacio a sentarte en un baño público, siempre puedes optar, como apunta Insider, a una práctica más efectiva: hacer tus necesidades en cuclillas.
Fuente: Bles.com
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