Su vida la camuflaba con las costosas rumbas que se pegaba con personajes de la farándula colombiana. Siempre posaba con actores y modelos que le daban un estatus de legalidad que Salomón Korn, el empresario y delincuente judío necesitaba para llevar a cabo sus oscuros negocios.
Tras su captura, alias Salo, como era identificado por sus amigos, se allanó a los cargos. Con eso, su defensa, pidió a las autoridades que lo dejaran con casa por cárcel, pero es cierto que el delincuente no lo merece.
A pesar de su vida fachada, el hombre era perseguido por las autoridades, pues sabían que era un experto lavador de dinero de mafiosos y narcos, de los que aún no se establecen nombres o identidades.
Bajo la fachada de exportador, el delincuente podría lavar, en un solo viaje hasta seis millones de dólares. Así lo registró uno de los tantos audios que hoy sirven como prueba en su contra.
“Leo, mucho gusto. Yo llevo en esto hace mucho tiempo. Funciono con casi 8 compañías en Venezuela. Les busco y facturo los productos que quieran (…) puedo lograr que salgan con criterio de origen colombiano y facturar hasta seismillones de dólares mensuales (…) Te aconsejo que saques la mercancía por avión”.
Lo que más preocupa a las autoridades es que no solo lavaba operaciones de narcotráfico o de contrabando, sino de tráfico de personas y comercio de niños que eran vendidos para actividad sexual De explotación.
