En una tarde, la vida de dos familias cambió y solo quedó el fantasma que acecha el apartamento de Rafael Uribe Noguera
El 4 de diciembre de 2016 marcó la vida de los Samboní y de la familia Uribe Noguera.
En el apartamento 603 del edificio Equus 66, que cambió de nombre tiempo después, la tragedia se presentó.
En ese lugar falleció Yuliana Samboní luego de ser violada y asesinada por Rafael Uribe Noguera.
Rafael, el «descarrilado» de los Uribe Noguera se la pasaba de fiesta en fiesta antes del atroz crimen.
Algunos de los vecinos que alcanzaron a vivir en el mismo edificio se quejaban de las fiestas constantes que hacía.
Fueron dos años por lo menos en el que el alcohol y las drogas se «paseaban» por el apartamento de Noguera sin remedio.
Eso hasta el día que Rafael decidió ir de nuevo, pero esta vez para cometer el crimen en contra de la pequeña de cuatro años.
Hoy, dos años después de la tragedia, la familia Uribe Noguera no ha podido vender, ni arrendar el apartamento.
La soledad y el recuerdo de Yuliana, y sus últimas horas de vida quedaron fijas en el apartamento 603 del Equus 66.
Nadie de la familia quiere hacerse cargo del inmueble ni saber de los Uribe Noguera.
Por ahora, los hermanos de Rafael Uribe Noguera se encontrarán con la justicia en febrero del próximo año.
La acusación se dio debido a que habrían intentado encubrir el crimen de su hermano.
Por lo pronto, Rafael Uribe Noguera paga su condena en La Tramacúa, la cárcel de máxima seguridad en Valledupar.
Entre el calor y una hora diaria de esparcimiento. Las 23 horas restantes, en una celda.
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Así es la vida de la familia Samboní a dos años de la muerte de Yuliana.