Bogotá

Bogotá, una ciudad llena de misterios y leyendas Urbanas

Historias paranormales en Bogotá. De alguna u otra forma todos hemos contado, o escuchado, historias paranormales.

De alguna u otra forma todos hemos contado, o escuchado, historias paranormales. En Halloween es normal hablar del tema y hoy no será la excepción. Historias paranormales en Bogotá.

Existen leyendas urbanas que no abandonan las calles bogotanas y que todavía nos producen miedo.

Hoy les contamos algunas de estas por si se anima a pasar un buen Día de Muertos.

Historias paranormales en Bogotá

La monja del puente de la calle 100

Eran las 11:30 p.m. y pasamos por debajo del puente de la calle 100 con carrera Séptima. En ese momento, el taxista decidió romper el silencio que estaba acompañado por una canción de salsa: “¿Sí sabía que en ese puente se aparece un fantasma?”, me preguntó. Yo le respondí que sí, que algo había escuchado alguna vez en radio.

Aunque la historia es vieja, y tal vez usted ya la escuchó, no deja de ser tenebrosa.

El taxista esa noche sentenció: “Uno nunca sabe, es mejor no arriesgarse a pasar por ahí”, y cambió de tema.

Al otro día averigüé qué se trataba de la famosa leyenda del fantasma del puente de la calle 100; encontré registro de por lo menos 10 taxistas que dicen haber pasado por el susto de su vida en ese puente.

El tema es que la que se aparece sí es una mujer, una monja para ser más claros, sobre todo en noches frías y lluviosas en las que se hace en la curva del puente y para un taxi.

Se dice que lo hace porque cuando vivía salió de su convento y encontró la muerte. La masacraron.

Para un taxi porque quiere regresar al lugar donde está a salvo y si no paran, de todas formas se sube; muchos casi mueren por ese susto.

La emparedada de La Candelaria

En La Candelaria son muy famosos los tours de fantasmas. La mayoría de los relatos que se cuentan allí han perdurado en el tiempo y asustado a varias generaciones.

Ese es el caso de ‘la emparedada’ de La Candelaria.   

Más o menos en el año 1800, quienes no tenían dónde enterrar a sus seres queridos, los ponían entre las paredes de las casas, así le pasó a la mujer con la que se dice inició esta práctica.

Sin embargo, a ella la emparedaron por envidia y por bonita.

Esta mujer llegó a Bogotá y consiguió trabajo donde una señora que al principio la quería mucho, pero el esposo de ella se interesó en la joven, lo que llenó de envidia y rabia a la mujer.

Fue tanto su odio que decidió cortarle la boca de oreja a oreja, no darle de comer y meterla viva en medio de una de las paredes de la casa para que sufriera.

La joven finalmente murió y años más tarde sus restos fueron encontrados. Se dice que aún habita la casa y que no ha podido descansar en paz.

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