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La migración venezolana: una ola de desesperación sin precedentes

La crisis venezolana ha dejado de ser un problema exclusivo del país caribeño, y se ha convertido en un completo quebradero de cabeza para toda la región

Los venezolanos ya no migran, huyen de un país en ruinas. El paso constante de peatones por el puente internacional se ha convertido en la imagen de una migración sin precedentes en Venezuela.

Si los primeros  venezolanos que migraron se fueron en avión,  los que más se resistían a dejar su país ahora se ven forzados a escapar, cargados de miedo y esperanza, confiando en que la opción migratoria sea una oportunidad para mejorar su situación y sin saber si algún día podrán volver al hogar que dejaron atrás.

De acuerdo con el estudio de la Encuesta Nacional de Condiciones de Vida el migrante venezolano sigue siendo mayoritariamente profesional, aunque ya se estima que 12% de los que se marchan están en los estratos más pobres.

Y cada persona que se marcha, supone una historia de sacrificio: Muchos de los que conforman la nueva oleada de migrantes, se están moviendo a pie, en una odisea que dura días e incluso semanas y en condiciones precarias. Muchos se quedan sin recursos para continuar el viaje y se ven obligados a vivir en parques públicos y a recurrir a la mendicidad y otros mecanismos perjudiciales para satisfacer sus necesidades diarias.

Del goteo a la masa:  hambre y desesperación

La razón del éxodo venezolano no responde a un conflicto, como es el caso de Colombia,  sino a causa de una crisis económica caracterizada por la escasez de bienes fundamentales ( comida o medicinas), hiperinflacción y salarios bajos, a lo que se suma la restricción de ciertos derechos civiles y políticos.

Hay informes que señalan que 1,3 millones sufren desnutrición. La gran escasez de medicamentos básicos y suministros médicos hacen que los más de 100.000 pacientes con VIH y sida queden en riesgo por la falta de medicación necesaria. Además de que enfermedades antes erradicadas como el sarampión, la malaria, la tuberculosis y la difteria están nuevamente presentes y van al alza, señala Stephane Dujarric, portavoz del secretario general de la ONU.

Fuga de venezolanos: Las cifras del adiós

Estamos ante un éxodo masivo que traspasa fronteras, no sólo de manera regional sino que mundial,  y ante un fenómeno histórico, convirtiéndose en la mayor crisis migratoria en latinoamérica en los últimos 50 años.

Hasta junio de 2018, se estimaba que 2,3  millones de venezolanos, 7 de cada 10 venezolanos,  de los 32,8 millones de habitantes han salido del país, principalmente hacia Colombia, Ecuador, Perú y Brasil.  Sin embargo, es difícil saber con precisión la magnitud de la migración , ya que el gobierno no ofrece estadísticas sobre el éxodo.

Pero si hacemos recuento de los datos podríamos estimar que la cifra es mucho mayor,  pudiendo alcanzar no menos de dos millones de venezolanos. De esta manera, la emigración de ciudadanos de este país en los últimos dos años, equivale aproximadamente a la población de la ciudad de Concepción en Chile.

Según cifras de la OIM, la presencia de los venezolanos en países suramericanos pasó de 88.975 – reportados en 2015- a 885.891 personas en 2017. Casi el 50 % de la población migrante de este país.

Este incremento ha tenido como destino Chile, Colombia y Brasil, los cuales han visto crecer en hasta 13 veces la cantidad de venezolanos en su territorio.

Los ataques xenófobos

Venezuela,  ha pasado de ser un estado receptor a emisor. Es un  país que tradicionalmente ha acogido a miles de refugiados de todo el mundo, entre ellos,  de Argentina, Chile y Uruguay, siendo una de las huéspedes más célebres la escritora chilena Isabel Allende.

Según sostiene Olga Sarrado, oficial de comunicación en información pública de ACNUR, los países de la región, así como sus ciudadanos  han mostrado gran generosidad y solidaridad en la acogida de venezolanos que han llegado a sus fronteras, manteniendo una política de puertas abiertas,  pero con las elevadas cifras de venezolanos que cada día cruzan, la capacidad de recepción y provisión de los países de destino se encuentran bajo presión.

Pero  por otro lado también  ha comenzado a aparecer una sombra de xenofobia en la región donde ya se han registración situaciones violentas  y rechazo hacia ellos. En concreto  en Brasil hubo algunas tensiones entre la población local y los venezolanos . Los residentes de Pacaraima atacaron el pasado 19 de agosto a los inmigrantes venezolanos después de que un comerciante fue asaltado, golpeado y apuñalado. Los brasileños culparon a cuatro migrantes por el ataque.

Las muestras de discriminación y xenofobia incrementan la estigmatización de quienes se han visto forzados a abandonar su país y ponen en riesgo su integración en la comunidad de acogida. Estas demostraciones, llevadas a cabo por una minoría no pueden manchar la larga tradición de acogida demostrada por los países de la región, Sarrado.

Criminalizando la migración

“Cuando los desplazamientos aún no eran muy masivos y por ende, muy visibles para la opinión pública, el comportamiento de los estados vecinos  es de apertura, menos exigente, pero a medida que el éxodo se va dilatando en el tiempo y la cifra de entradas se va incrementando , y por ende la concentración de personas en localidades cercanas a la frontera va aumentando , los Estados, como medida de reacción, tienden a adoptar medidas más restrictivas”, señala Rita Lages, abogada de la Universidad de Chile especializada en migraciones

Así ha pasado en Chile, y recientemente en Ecuador y Perú, donde ahora demandan la posesión de un pasaporte venezolano para poder entrar, lo que dificulta su entrada, dada la dificultad por obtener dicho documentos.

Pedir pasaporte no desincentivar la migración, la criminalizará : En la medida en que los canales legales de entrada se cierran o se vuelven más difíciles de cruzar, lo más probable es que asistamos a la aparición de situaciones de tráfico de personas, no necesariamente por bandas delictivas organizadas, sino que el cruce irregular de la frontera puede ser llevado a cabo por personas nacionales o extranjeras que conozcan el terreno y los puntos de entrada menos vigilados, pero de mayor dificultad o peligro, lo puede llevar a casos de muertes, agrega  Lages.

Consecuencias y desafíos

La crisis de migración masiva de venezolanos  en la región podría tornarse en una similar a la de los refugiados  alertan desde las organizaciones humanitarias.

“Esta es una crisis que hemos visto en otras partes del mundo, particularmente en el mediterráneo, tenemos que empezar a delinear las prioridades y recursos para administrarla lo más pronto posible”, alertó  Joel Millman, portavoz de la OIM.

Las necesidades de la población migrante requieren de los países de acogida asistencia con estatuto legal, documentación, refugio, acceso a la atención médica y otros servicios básicos,  destacan desde los organismos, un desafío para los estados de edificar políticas de lucha contra la desigualdad, un desafío en el que la solidaridad, es la clave.

“Esta crisis plantea un enorme test a la larga tradición jurídica del asilo en América, marcada por una visión humanista en relación con el exiliado y el solicitante de asilo, que se traduce en menores dificultades legales para obtener un estatuto legal en el país, en qué medida la actual práctica de los estados americanos es coherente con esa tradición”, sostiene Rita Lages,  abogada de la Universidad de Chile especializada en migraciones.

 

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