En medio de la Clausura del XX Encuentro de la Jurisdicción Ordinaria, en Manizales, el presidente Juan Manuel Santos se mandó ‘lanza en ristre’ contra la dura oposición que le han hecho desde que se separó de las toldas uribistas a inicios de la década cuando asumió el poder por primera vez.
Y es que Santos ha estado silente ante todos los ataques de uribismo y de la oposición en general, asegurando que el mayor interés del país debe ser la búsqueda de la paz y la eliminación de las polarizaciones «que le han hecho tanto daño al país», pero hoy respondió y aseguró que la oposición está llena de mentiras y engaños y rememoró todos los ataques que le han hecho en lo que va corrido de los últimos años.
«Me han acusado de traidor, de tramposo, de mentiroso, de comunista, de dictador, de haber sido reclutado por la KGB durante mi estadía en Londres. ¡Es que hasta a Chile se han ido a despotricar con sus usuales mentiras y difamaciones!», afirmó el mandatario.
También habló de los ataques y de que le han hecho una oposición con «barrabasadas»:
«Me han dicho fariano –¡hasta me pusieron un alias!–, me acusaron de haber financiado mis campañas con plata del narcotráfico, con coimas de Odebrecht, con plata de los Comba y con plata venezolana. Me han señalado de ser ficha de los Castro, de ser ficha de Chávez y, por supuesto, de ser ficha de los dos: ¡todo un castrochavista!
Que pacté con las Farc el aumento de los cultivos ilícitos, que he querido acabar con el Ejército, con la Policía, con la propiedad privada, con la libertad de expresión, y otras tantas barrabasadas» señaló.
Y se refirió a uno de los rumores más sonados en los últimos tiempos sobre su persona y que fue la supuesta compra del nobel de paz, al que se hizo acreedor por su empreño en trabajar por la paz, como le indicaron:
«Que me compré el premio Nobel, que regalé a San Andrés, que acabé con la seguridad, que hice añicos la confianza inversionista y la cohesión social.
En fin… ¡La lista es interminable!
Pero, hay una acusación que nos atañe a todos los aquí presentes –a los jueces y al gobierno–: nos acusan de persecución.
A ustedes los acusan de persecución política y, a mí, de persecución judicial.
No importa que eso ni siquiera tenga la más mínima lógica. Porque mentir, difamar, mentir y difamar –que de eso algo queda, como diría Laureano– parece ser la consigna».