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El último aniversario de las Farc alzadas en armas

Hace 53 años, en Marquetalia, un grupo de campesinos, bajo el nombre de las Farc-EP, daban su primera batalla. Solo un mes antes se habían agrupado como guerrilla para defenderse “de un Estado que buscó resolver los problemas agrarios con violencia”.

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Nunca habían podido celebrar un aniversario de la manera como lo hicieron el 27 de mayo. Pero gracias al acuerdo de paz y al proceso de reintegración a la vida civil que adelantan desde hace seis meses, la guerrilla organizó una fiesta en las 26 zonas veredales y puntos de concentración para conmemorar por primera y última vez un aniversario en armas.

“¡Viva Colombia, vivan las Farc, viva la reconciliación!”, gritó el presentador en la tarima y cientos de niños y civiles soltaron al aire globos blancos. Ocurrió en la zona veredal Mariana Páez, ubicada en la vereda Buenavista, en Mesetas, Meta.

Es la zona veredal más grande. Dicen que agrupa a más de 600 guerrilleros y para el día de la celebración llegaron aproximadamente 1000 visitantes, entre familiares, gente de las veredas cercanas y estudiantes de las universidades Nacional y del Rosario.

Fue toda una fiesta que prepararon desde el día anterior. Invitaron cantantes de la región, armaron una tarima y sacrificaron 20 vacas para ofrecer comida a todos los asistentes.

La llegada a esta zona veredal es fácil. Desde Mesetas hasta el punto en el que están ubicados es solo una hora en un campero. El paisaje es de los más privilegiados que tiene el llano colombiano y por el camino se puede observar el Indio acostado, un cerro que desde la lejanía toma la forma de una persona acostada sobre los árboles.

Al llegar al primer anillo de seguridad de la zona veredal hay un grupo de soldados que hace parte del Mecanismo de Monitoreo y Verificación. Ellos reciben a los visitantes con una gran sonrisa, mientras toman nota del número de documento y nombres de quienes ingresan. Están ubicados a un kilómetro de la zona de concentración, así como lo indica el acuerdo de paz.

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Muy cerca de ahí se puede observar el terreno en el que realizan labores de desminado humanitario. Hay palos de madera enterrados en la tierra, cada 15 centímetros, con las puntas de color rojo y azul que van marcando los caminos que están libres de minas y los que aún no han sido explorados.

Continuando hacia la zona de concentración, se pueden divisar las casas blancas de la ONU. Son viviendas fabricadas en material liviano, pero mucho mejor elaboradas que las caletas de los guerrilleros.

‘Bienvenido a la zona veredal Mariana Páez’, se lee en una de las vallas ubicadas a pocos metros de las caletas.

Varios guerrilleros trabajaban arreglando la vía, convertida en un lodazal por las lluvias de la última semana.

Bajo el inclemente sol de la llanura, otro gran número de guerrilleros preparaba la carne que debía estar lista para el día siguiente. Cada miembro de las Farc tenía una labor que cumplir y en ella trabajaron durante varias fechas, de día y de noche, sin parar.

“Para esta celebración, pedimos la colaboración de la comunidad y de algunas empresas, como las de gaseosas y cervezas, para que nos hicieran unas donaciones y poder ofrecerle a gente algo de comer y tomar”, dijo alias Ómar, jefe de finanzas de las Farc.

La mañana del 27 de mayo fue soleada. Los guerrilleros se despertaron desde las cinco de la mañana para continuar su trabajo mientras otros empezaron su jornada durante la noche para preparar la carne.

Hacia el mediodía, la tarima se encendió. Era la primera vez que escuchaban con fuerza música diferente a la que acostumbran: la norteña.

Empezaban a familiarizarse con el reguetón, el vallenato, la salsa y el merengue. Sus silbidos no se hicieron esperar, como una señal de la emoción que les producía el momento.

Así avanzaron con los preparativos que les llevó un par de meses organizar y pocas horas en llevar a cabo.

Hacia las cinco de la tarde subió a la tarima ‘el Zarco Aldinever’, como se le conoce a alias Aldinever Morantes, comandante del frente 53 de las Farc, que tenía bajo su mando la región del Meta y que ahora es el responsable de esta zona veredal.

“Haremos de este aniversario un instrumento pedagógico de paz. Hemos llegado a 53 años de lucha sin dejar morir la esperanza ni claudicar los sueños de una nueva Colombia. Desde Marquetalia hasta nuestros días persistimos en la salida política. Y al fin encontramos una ruta y no vamos a dar pie atrás”, dijo el comandante frente a un público que lo aplaudió.

Para ‘Aldinever’, las Farc han “recorrido un tortuoso camino para llegar a este momento donde despega la esperanza, el perdón y la reconciliación”, y aunque son conscientes de las complicaciones que traerá la decisión de la Corte Constitucional sobre el fast track, aseguran que ellos están “más comprometidos que nunca con la paz”.

“El acuerdo de paz pasa por el momento más difícil, gracias a la insensatez. Parece que los astros del odio se unieran para negarle a las nuevas generaciones el derecho a la paz y al buen vivir. Por encima de los imperativos éticos imponen consideraciones políticas y jurídicas hasta mal argumentadas. Nos dicen que hubo sustitución de la Constitución, cuando en realidad lo que se hace es cumplir un deber con el país y un mandato constitucional que define la paz como un derecho y un deber de obligatorio cumplimiento”, afirmó.

Tras sus palabras, la celebración empezó y muy poco importaron la lluvia y los problemas de sonido para continuar.

La noche del 27 de mayo, cientos de guerrilleros bailaron bajo una incesante lluvia. Acompañados de amigos y familiares comieron, bailaron, bebieron y festejaron hasta que la luz de la mañana les avisó que era hora de dar paso al descanso.

Entre el campeonato de fútbol, la comida, las amistades y la familia, las Farc dejaron claro que los 53 años de lucha armada están a punto de convertirse en lucha política, y que si antes su objetivo era eliminar al enemigo, ahora su objetivo es que la paz sea una realidad.

“Quienes se lucraron de la guerra nunca han entendido otro lenguaje que el del odio y el fin del fin de las Farc. Luego del fracaso de aquellas ambiciones llegó la mejor idea: la del fin de la guerra. Gracias a la lucha por la paz llegó la hora del diálogo y fue posible la mesa de conversaciones de La Habana, Cuba. Gracias a la certeza de este ideal y la invaluable colaboración de los gobiernos de Venezuela, Cuba, Noruega y Chile. Ahora seguiremos la lucha, pero no con armas, sino con ideales políticos”, agregó el comandante.

Por eso dicen estar firmes con la paz; la paz por la que lucharon, dicen ellos, durante 53 años y que todos los colombianos, además de los guerrilleros, las víctimas, los soldados y todos los que han vivido en carne propia el conflicto, han esperado.

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