Desde 2010 se volvió una figura pública que muchos de los periodistas que cubren política, deben consultar. Su tono en los debates en el Senado, ha hecho que a muchos les parezca exagerada, gritona, pero al conocerla, su tono es calmado y pausado.
El año pasado aseguró que era la primera y la última vez que pasaba por el Congreso como legisladora. Cuando todos creían que se apartaría de la política y se dedicaría a la vida académica, le contó a PUBLIMETRO que aspiraría a la Presidencia.
¿Cómo va la precandidatura desde que la anunció?
Vamos muy bien. Para ser un lanzamiento no tan planeado, salió bastante bien y tuvo un gran impacto. Hasta hoy, lo que ha pasado es que estoy en el top cinco de todas las encuestas de intención de voto. Para haber sido algo no planeado, para ser una entre 20 precandidatos, ser la más chiquita, la que tiene menor trayectoria, todo ha sido muy exitoso.
¿Sigue en pie la alianza con Robledo y Fajardo?
Sí, va avanzando. Digamos que creí que por ser amiga de Fajardo iba a ser más fácil. Todos me decían que el hueso duro de roer iba a ser Robledo, pero todo ha sido al contrario. Sergio es más sinuoso y más resbaladizo, Robledo ha sido más receptivo, pero la propuesta se mantiene, sin compromiso, esto no quiere decir que ya se hizo. Sergio sigue deshojando la margarita.
¿Por qué le seduce la idea de Robledo y Fajardo?
Creo que si uno está construyendo una coalición ciudadana contra la corrupción, debe buscar gente que tenga coherencia de vida con esa plataforma. No la gente que hable contra la corrupción. Me gusta de Robledo que tiene una trayectoria de vida coherente con la lucha contra la corrupción. Lo mismo Sergio, que ha sido un hombre que lleva 15 años en política y tiene las manos limpias como ciudadano, como profesor, como gobernante.
¿Autodefinirse como alguien de centro no iría por esos lados?
A mí no me gusta usar la palabra ‘centro’, como una manera para evadir tomar posiciones. A mí, por ejemplo, me parece ridículo que el señor Álvaro Uribe salga a decir que es de centro, cuando obviamente es de ultra derecha. Uso la palabra ‘centro’ porque vengo de un proyecto político de centro izquierda y no me avergüenza en lo más mínimo decirlo.
¿Esto tiene algo que ver con su alianza?
Claro. Propongo esta alianza que es más de centro que de izquierda, porque creo que eso es lo que va a buscar el país después de un periodo de guerra. Ni el radicalismo de la izquierda, ni el radicalismo de derecha. Quiero plantear un proyecto político que trascienda en los años, como el Frente Amplio, en Uruguay, como la Concertación, en Chile.
¿No cree que es pronto para pensar en un proyecto político tan ambicioso?
No soy nueva en esto. He trabajado en la Administración Pública durante 20 años. Sé lo que es administrar personal, sé que es administrar presupuesto, sé lo que es construir resultados con recursos escasos. Tanto en el sector público, como en el sector privado, he sido una persona destacada e influyente y con resultados, de manera que en esto no soy ninguna primípara.
¿Cómo sería gobernar el país con un Congreso de oposición?, ¿no cree que esto sería un ‘ToCon Clau’ (todos contra Claudia)?
A mí lo que menos me interesa es tener mayorías en el Congreso. Si quieren me pueden bloquear en el Congreso, pero como pasó con la propuesta de una ley de transparencia, cuando me la tumbaron, dije: ‘Ah, bueno si usted la hunde, pues yo voy a salir a recoger firmas y se las vamos a imponer con los ciudadanos’. A mí lo que me importa es ser mayoría en el país.
¿Cómo va a evitar que esta sea la segunda entrega del fracaso de la ‘Ola Verde’ de Antanas Mockus?
Aquí hay unas diferencias importantes y yo misma soy consciente de eso. Fui votante de ‘la ‘Verde’ y fui víctima del dolor del fracaso. Uno tiene que aprender.
Primero, esto no tiene que ser mesíanico, es decir, ‘ámemos a Claudia, como amábamos a Mockus’ ¡No! Esto tiene que ser colectivo. Segundo, esto no puede ser emocional: ‘tuiteemos mucho’ y a la hora de votar, no hay votos. Por eso creo que hay que armar una coalición, fuerte, poderosa, con votos. Tercero, tiene que ser un proyecto que tenga trascendencia en el tiempo, más allá de las personas.
¿Cuáles serían los pilares de su propuesta?
Lucha contra la corrupción, construcción de equidad y modernización.
¿Y la paz?
Dejemos la paz chuleada. La paz ya pasó. El problema de este país ahora es la corrupción.
La mayoría de la gente en Colombia, cree que la corrupción es un problema más grave que la guerra. Hoy a todos eso les parece obvio. Cuando lo dije en diciembre, no parecía que ese fuera el tema. Todos decían que de lo que teníamos que seguir alrededor, era de la paz o no paz, pero es la corrupción el flagelo que debemos enfrentar.
¿Cómo le va con los ataques de los que la tildan de loca?
A mí eso no me preocupa. Tengo muy claro que si uno quiere estar en esta tarea, tiene que tener ‘cuero’. Tiene que saber que va a ser objeto de críticas, de burlas, de exageraciones, de mentiras, de calumnias y también va a ser objeto de afecto, de aprecio, de reconocimiento, de exaltación.
¿Cree que el hecho de ser mujer y hacer parte de la comunidad Lgbti le podrían jugar en contra en medio de una campaña presidencial, como le sucedió a Mockus con sus creencias religiosas?
A Mockus le sacaron eso en campaña. ¿A mí qué me pueden sacar para debilitarme? La gente ya sabe que soy mujer, que soy lesbiana y aquí estoy. Hay un sector en el país que es godo, que opera con nariguera como un cura del siglo XVII, pero eso es un sector y ya. El resto del país quiere trabajar por las ideas, por un gobierno de transición, por una nueva propuesta.