Hoy en la noche se cumple una semana de los eventos que le cambiaron la vida a los habitantes de la capital de Putumayo. Se cumplen siete días de la tragedia que visibilizó a Mocoa ante el mundo y ante los ojos del país, ante los ojos de sus gobernantes.
Para 2010 el Dane tenía contemplado que la población llegaría a los 39 mil habitantes, según el censo poblacional de 2005. Sus índices de desempleo llegaron al 10% en este año, pero a pesar de todo, era una ciudad pujante, y su población trabajadora.
Mocoa, a pesar de ser la capital de uno de los departamentos afectados por la violencia y el conflicto armado, parecia estar alejada de este fenónemo que inundaba al sur del país, antes de los acuerdos de paz entre el gobierno Nacional y las Farc.
La gran migración de personas del resto de departamento, desplazados por la violencia se hizo visible en la riviera de los tres ríos que la atraviesan geograficamente, pues allí se asentaron y crearon una nueva vida huyendo de la muerte.
Mocoa es una capital un poco diferente a las demás. Sus pobladores se entregaron a las labores del campo y tal y como lo afirma el geografo social, Johan Avendaño, estaba habitada “por gente pujante y de carácter fuerte y tradicional”.
En Mocoa, era común la población indígena, y es que 18,3 de la población de la capital putumayense se reconocía como tal; 6,5% se identificaban como raizales, palenqueros, negros, mulatos. El resto mestizos, pero la verdad es que se respiraban aires selváticos.
La urbe, organizada en medio del clima tropical, entre las mascotas tradicionales, el ganado y la fauna silvestre, organizaba su economía basados en eso, en los recursos que la tierra les regalaba como el maíz, el platano y la yuca, en la tala de árboles y la venta de madera, muchas veces ilegal, en la minería artesanal que se hacía a espaldas de las instituciones y los cultivos ilíctos.
Su economía es muy influenciada por su cercanía con otros paises “Mocoa tiene una particularidad y es que se mueve en el ámbito binacional, altamento influenciado por los procesos económicos y sociales que se viven en Ecuador”, señala Avendaño.
La educación en Mocoa resaltaba por las altas cifras de alfabetización de sus habitantes. Para 2005 el 90.5% de sus habitantes sabían leer y escribir. Por otro lado, los niveles educativos se quedaron en la básica primaría. El 29% de su población terminó la secundaria y solo el 21% accedió a la educación superior, quizás porque las dinámicas del mercado laboral operaban de manera distinta a ciudades como Bogotá, Medellín o Barranquilla.
Mocoa se convirtió en un foco de turismo por ese contraste entre lo urbano y lo selvático. El agua, que hoy pareciera ser su verdugo, siempre fue su aliado a la hora de atraer extranjeros que visitaban sus cascadas naturales y caminaban por sus bosques vírgenes, pero poco queda de eso.