En el accidente, ocurrido cuando el avión se aproximaba a Medellín, fallecieron 71 de las 77 personas que iban a bordo, entre las que se cuentan muchos de los jugadores del Chapecoense, que iba a disputar el primer partido de la final de la Copa Suramericana frente al Atlético Nacional colombiano.
Por impedimentos legales citados por la ANAC, el Chapecoense no pudo partir desde Sao Paulo directo hacia Medellín, como tenía previsto, y debió viajar en un vuelo comercial hasta el aeropuerto de Santa Cruz de la Sierra, en Bolivia, desde donde emprendió el viaje que acabó en tragedia.
La ANAC, responsable de las operaciones aéreas en Brasil, explicó que, en función de acuerdos internacionales, un avión fletado, como era el caso, debe pertenecer a una empresa que opera en el país de partida o de destino.
Según una nota de la ANAC, eso está establecido en la Convención de Chicago, de 1944, de la que Brasil es signatario y que establece las normas que rigen el derecho aeronáutico internacional, aunque existen algunas excepciones fijadas por acuerdos bilaterales, que en este caso no existen con Bolivia.
«El acuerdo con Bolivia no prevé operaciones como la solicitada» por el Chapecoense, que había contratado a la aerolínea andina antes de pedir autorización para que el avión partiera desde Brasil, dice la nota.
El comunicado agrega que el club «fue avisado de esa negativa» y de que «la operación sólo podría ser hecha por una empresa brasileña o colombiana».
Aún así, frente a esa situación, el Chapecoense optó por mantener el vuelo con Lamia, una decisión que, al parecer, fue tomada porque la aerolínea boliviana tiene experiencia en el traslado de equipos de fútbol y ha trabajado ya con varios clubes suramericanos.