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Ciudad Asfalto

Conciudadanos:

Concordante con los imperativos demográficos de la contemporaneidad global y las directrices del gremio constructor y automotor –y como ofrenda de compromiso para con mi especie, en su calidad de soberana universal– notifico a ustedes el más ambicioso proyecto urbanístico planteado desde Brasilia hasta la fecha…

No hay –lo dice Génesis– imperativo tan sagrado ni de cumplimiento tan urgente para los nuestros como el de superpoblar la inmensidad de esta superficie terrestre, aérea y marítima, para así aprovechar hasta el desecamiento y la extinción a cuanto organismo vivo o recurso muerto anden por ahí ‘inexplotados’. Y aquello que el Altísimo mandó… que ni la CAR ni la ciencia lo discutan.

Lo digo yo… que sé de parques lineales, mesianismos, milenarismos, promesas de senderos ecológicos rompefuegos sobre cerros, recuperaciones infraestructurales y sobre todo de remontamientos a índices negativos en encuestas, con fotografías reconciliatorias de pretexto; además de soluciones relámpago extraídas de este inagotable espectáculo de improvisaciones tan mías ante el menor cuestionamiento.

Ciudad Asfalto materializará dichos ideales. “A la gente hay que darle casa”… “Donde tú vives ahora, antes también hubo un bosque”. ‘Mazuerismo’ del más puro. Al creador de esa maravilla que sigue siendo la Décima y a la vez liquidador del tranvía municipal hay que emularlo. Si él pobló la capital con su M de Mesías, yo lo haré con mi P… de P…. ¡de Patriarca! Mis consignas: pragmatismo y sepultamiento a todo connato de tren subterráneo y demás juguetes caros. Uno elevado será aquel ornamento monumental –o aquel distractivo, mejor– que necesitamos para embellecernos el paisaje y a la vez hacerla de mirador: o de espejismo. Mejor… BRT. Si no entienden esas siglas, seguro carecen de doctorado en administración pública. Y así, ¡mejor no hablar!

En medio de los multifamiliares de sesenta plantas erigidos sobre esta nueva metrópoli de rascacielos y prados sintéticos germinará la vida de incontables tataranietos nuestros, envuelta entre senderos ‘interconectores’ que remedarán circuitos de TransMilenio. Por aquellos corredores pintados de verde que a nuestro capricho infalible trazaremos, las criaturas que ahora sobrevuelan o reptan ese pastizal rebosante de lodo, danzarán amaestradas ante cada ciclo-ciudadano.

Los articulados rojos, símbolo de una era que comenzó con este siglo, extenderán sus tentáculos benefactores por sobre toda la ciudadela, y hasta las mismísimas estribaciones de nuestra sabana, sin olvidar a Tunja, Ibagué o Villavicencio. Para la intercomunicación aprovecharemos el corredor férreo… ya obsoleto e inservible.

Sembremos de vigas los humedales. Así levitará sobre estos más CO2 de exostos. Atendamos las voces de los constructores… potentes y filantrópicos generadores de riqueza a quienes tanto debemos, ¡y socios estratégicos de excepción! Si no lo creen, fíjense en lo mejorados que nos dejaron a Teusaquillo, Palermo, Chapinero o La Soledad con sus desinteresadas intervenciones. Así enmendaremos equivocaciones y reunificaremos ecosistemas divididos. Con lo fácil que es. ¿Alguna mejor muestra de transparencia en nuestra voluntad?

Para terminar –conciudadanos y amigos– desoigamos tanta patraña ambientalista, mamertoide, exagerada, new age, neohippie, animalista, artística o cientificista. No permitamos que las falacias de estos fundamentalistas del verdor den al traste con semejante iniciativa salvadora. Unida y bien financiada, nuestra coalición de pioneros re-planteadores del orden natural seguirá fuerte. Así haremos talanquera al sinfín de infundios generados en nombre de quienes soñamos con una Bogotá mejor para todos. ¡Hablamos en un siglo!

*Las opiniones expresadas por el columnista no representan necesariamente las de PUBLIMETRO Colombia S.A.S.

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