Tres casos conocidos en los últimos cinco días de jóvenes que asesinaron a sus padres (un niño de 13 años mató a su mamá colombiana en Estados Unidos, un joven de 17 años mató a su mamá en Medellín y un joven de 20 años hizo lo propio con su papá en Santander) tienen conmocionado al país y especialmente a las autoridades.
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Si bien es cierto que estadísticas del Instituto Nacional de Medicina Legal indican que, en promedio, cada año son asesinadas entre 90 y 100 personas por familiares, los casos de parricidio, es decir, de hijos asesinando a su mamá o su papá, son mucho menos frecuentes.
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Pero entonces: ¿Qué lleva a alguien a cometer un parricidio, a atentar contra la vida de sus progenitores?
Para Juliana Vargas, sicóloga egresada de la Universidad Nacional experta en este tipo de casos, todo parte de un concepto que en este campo se denomina “descomposición social”, que básicamente quiere decir que los asesinos vienen de familias “completamente rotas” y en la mayoría de los casos disfuncionales. «Las peleas son muy frecuentes y suelen ser bastante violentas», señala.
No obstante, agrega la sicóloga, no hay una razón específica de estos parricidios, pues casi siempre obedecen “a la mezcla de una serie de factores que se dan de forma diferenciada en cada uno de los individuos”.
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Sin embargo, uno de los elementos en común –sigue– es que quienes terminan cometiendo estos crímenes suelen tener episodios de sicosis y hasta delirios.
“Otras personas simplemente tienen trastornos de personalidad”, concluye la sicóloga al agregar que en muchos casos, el abuso de sustancias sicoactivas o el alcohol puede detonar estos episodios.