Al mencionar las palabras “tiendas de descuento” es posible imaginarse tres cosas. La primera y más obvia tiene que ver con productos a precios más económicos que en las grandes superficies. La segunda tiene que ver con la calidad, pues es posible pensar que al ser más barato, los productos no tendrán el desempeño que se desea y ahí el refrán “lo barato sale caro”, entra en acción.
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Por último, pero no menos importante, consideramos también la experiencia de compra y sobre esta se asume que la exhibición, distribución y estética del lugar no es igual a una gran tienda en la que todo se ve divino, provocativo y ordenado. También se piensa que son lugares fríos y diseñados para hacer las compras de “entrada por salida”.
Sin embargo, y en parte debido a la gran acogida de estos lugares en el país, algunas de las tiendas de descuento han evolucionado en estos aspectos.
- Calidad: el estigma de las marcas propias y de los productos de las tiendas de descuento cae y lo hace radicalmente a través de productos de aseo, alimentos y hasta electrodomésticos que ahora hacen parte de la lista de compras mensual de los colombianos. ¿Quién no ha ido al ara a comprar los vinos importados de Portugal? Tienen un precio favorable así que llevarlos para probar es una opción y, al hacerlo y comprobar su calidad, los seguimos incluyendo dentro de las compras habituales.
- Variedad: si es de los que combina productos de marcas propias con los de marcas “reconocidas” y, por ahorrar, se la pasa dando vueltas por toda la ciudad comparando las frutas acá, lo de aseo acá, la lonchera en otro lado, entonces no hay ahorro – o por lo menos no de tiempo. De ahí que la oferta de productos de este tipo de tiendas se abra y ahora permitan encontrar en un mismo lugar: legumbres, marcas reconocidas, productos propios, licores y hasta pollo asado para llevar.
Esta es la oferta de valor de ara que, además de una tienda de descuento, se propuso ser un lugar cercano, ordenado y variado.
Por eso al entrar a la tienda los empleados saludan con un amable “buenos días vecino”, se proponen tener una sede cercana a cada barrio, anuncian con canciones alegres que el pan acaba de salir del horno y tienen un diseño colorido y colombiano que permite encontrar los productos fácilmente y sin complicaciones (lo que también resulta útil para comparar precios entre uno y otro ítem).
Además, cosas tan pintorescas como útiles como “El Rebajón” -descuentos del 20 al 50 por ciento sobre los ya favorables precios en artículos seleccionados- hacen que la cercanía que se tiene con la tienda aumente a punta de este tipo de “hallazgos afortunados”.
Es notable que este tipo de tiendas llegaron para quedarse pero, además, que evolucionan al ritmo de lo que el consumidor necesita. No es de extrañar que el voz a voz sea cada vez más fuerte y que aquel que teme, desconfía o no disfruta de la clásica y fría experiencia de compra en las tiendas de descuento, se acerque a otras que sí le permitan comprar a gusto y a precios bajos, como ara, por ejemplo.