Desde que la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró que el brote de COVID-19 era una pandemia mundial, se han tenido que tomar medidas rigurosas de prevención para evitar luna mayor propagación.
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Para muchos, quedarse en casa trabajando, haciendo los quehaceres domésticos o estudiando algo nuevo, parece hacer la situación más llevadera, sin embargo, la pandemia significa algo más grave para los menos privilegiados, especialmente las niñas y mujeres en países de bajos ingresos.
Se han cancelado clases, reuniones, espectáculos y viajes, para evitar multitudes pero ¿cómo afecta esto de manera negativa a quienes no tienen las mismas posibilidades de «sacar lo mejor de sí», durante el encierro en casa?
El coronavirus nos recuerda que estamos viviendo una crisis de salud pública y económica que nadie esperaba y que sin embargo, ya ha venido enfrentando desde hace tiempo. Como gran parte de la vida normal se suspende por tres meses o más, la pérdida de empleos es inevitable. Al mismo tiempo, hay un incremento en enfermedades de salud mental así como también, de violencia doméstica.
Históricamente las mujeres y niñas ha sido las más golpeadas durante las crisis. De acuerdo con el Centro para el Desarrollo Global (Center for Global Development), cuando las mujeres tienen menos poder de decisión que los hombres, ya sea en los hogares o en el gobierno, es menos probable que se satisfagan sus necesidades durante una epidemia.
La ébola que se hizo presente en tres países africanos en 2014; el Zika en 2015 y brotes recientes de SARS, gripe porcina y gripe aviar tuvieron efectos profundos y duraderos en la igualdad de género.
De acuerdo con investigadores de la rama de políticas de salud, de la Universidad Simon Fraser, «los ingresos de todos se vieron afectados por el brote de ébola en África occidental». Sin embargo fueron los ingresos de los hombres los que «volvieron a lo que habían hecho antes del brote más rápido que ingresos de las mujeres», según se lee en el reporte, publicado en el New York Times,.
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Durante la crisis de Ébola, la tasa de vacunación infantil disminuyó, provocando que más tarde, los niños contrajeran enfermedades que pudieron prevenirse y fueron las mujeres quienes debían dejar sus trabajos para hacerse cargo de ellos. Es así como el papel que las mujeres tienen en la sociedad podría hacerlas más vulnerables a cualquier virus.
Hablando de violencia de género, durante dicha crisis el cierre de escuelas afectó las pocas oportunidades que las niñas tenían de estudiar. Muchas abandonan la educación, lo que derivó en un aumento de embarazos adolescentes, pues además terminaron encerradas en casa con sus abusadores o bien, hicieron de lado el tema de la educación sexual, según ha informado un estudio hecho por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo,
«La mayoría de las niñas (en Sierra Leona) fueron violadas en el contexto de la cuarentena del virus del Ébola. A las personas se les dijo que se quedaran en casa, y muchas niñas fueron violadas por sus familiares y vecinos y personas que conocían», revela el reporte.
Hoy, el panorama no se ve diferente ni en África ni en ningún otro país donde las mujeres y niñas son el sector más vulnerable de la población.
El cierre de escuelas por coronavirus sigue exponiendo a las niñas a la violencia sexual y embarazos no deseados y aunque las instituciones que se encargan de ver por los derechos de las mujeres en todo el mundo han buscado formas de hacer que se mantenga un contacto con ellas a través de la tecnología, no todas tienen acceso a ella.
Con las crisis mencionadas, se ha visto que muchas niñas no regresan a las escuelas una vez que vuelven a abrir, lo que deriva otra decena de situaciones en cadena que revelan que son ellas quien siguen perdiendo frente a los hombres.