La nostalgia es una trampa, pero una muy dulce. Más cuando uno ve “Loquito por ti”, que refleja un tiempo donde todo era más límpido, más inocente. Donde la música de Rodolfo Aicardi, “Los Hispanos” y tantos grupos que le dieron su impronta a la música tropical marcaron la cultura de un país y de una generación hasta el sol de hoy. Todo ese universo es combinado con las fiestas de barrio que se hicieron – y se hacen- en tantas ciudades y pueblos de Colombia, llenas de buñuelos, Chispitas Mariposa y en la que un grupo bastante dispar piensa triunfar en un género que hoy por hoy sigue triunfando en cada diciembre, en una historia que apela a la emoción y al recuerdo más noble.
PUBLICIDAD
Pero en toda historia hay un héroe y el peso dramático cae en Variel Sánchez, quien interpreta a Camilo Arango, inspirado en los íconos de la música tropical de antaño. Este líder de una banda de “freaks” será quien lleve a “Los Latinos” a la gloria y de paso, a que los colombianos se enamoren de su historia. PUBLIMETRO habló con el actor, quien le contó cómo construyó el personaje y se involucró en el proyecto.
¿Cómo construyó el personaje? Tiene unos dejos bastante cómicos y nerviosos, que recuerdan un poco a Roberto Benigni.
Eso fue una locura. Quería una mezcla entre Rodolfo Aicardi y Gustavo “El Loco” Quintero, pero sin que fueran ellos. Entonces con nuestro director comenzamos a trabajar a un personaje bastante acelerado, que habla muy rápido, como un poquito culebrero. Y ahí fue saliendo Camilo. Como que él nunca se concentra, nunca tiene atención en nada. Y regaña todo el día a su hermana Janeth (risas). Me tocó estudiar mucho a estos dos personajes y toda esa época, la de Discos Fuentes aquí en Medellín, Fruko, el Joe, Los Hispanos, Los Graduados y de ahí para abajo todo lo que pasó aquí en Medellín con el acetato, con el vinilo, es una maravilla y a la gente se le olvida. Y si vemos, esta música lleva cuarenta años y no pierde vigencia en diciembre.
¿Qué es lo mejor de Camilo, aparte de que es un visionario?
Camilo es un personaje muy auténtico. Él no es envidioso, no es rencoroso. Él solo quiere cumplir sus metas y ayudar a la gente. Y se van a dar cuenta con “Los Latinos” que todo el tiempo quiere ayudar, quiere estar con ellos. Es un “pelado” muy auténtico y muy pilo: ve dónde está la cosa y no importa que le digan que no, él saca para adelante eso y ahí la va a lograr.
¿Y cómo logró ponerle el “gag” cómico?
Yo soy muy cansón. Pero le agradezco al director y a mis compañeros que yo proponía y ellos me seguían la idea. Mis compañeros, casi todos teatreros, se pegaban. Por ejemplo, las audiciones fue pura improvisación.
¿Cómo comenzó a cantar y a interpretar? Porque no es playback, lo hace de veras.
Mi papá ( Julio Sánchez ) era actor y nos entrenó en su escuela desde muy chiquitos cantando, bailando, actuando y tocando un instrumento, porque él decía que uno como actor debía tener un abanico de posibilidades para poder brindar. No soy el mejor actor, el mejor cantante, el mejor bailarín, pero puedes tener ahí algo. Como tal, lo mío es la actuación, pero toda la vida cantamos. Y cuando vieron el casting (yo lo mandé en un video) pues dijeron, “ah, este man canta”, pero cuando fui a la audición el productor me dijo: “no, usted va a hacer esto”. Y empezamos un entrenamiento, porque ellos cantan muy rasgado. Hay una entrevista que le hacen a Rodolfo y le preguntan: “Rodolfo, ¿usted como canta?” y Rodolfo dice: “Yo no canto, yo grito”.
Este es un proyecto en el que tu entiendes por qué eres actor. Porque te toca ensayar danza, te toca ensayar canto, te toca irte a trabajar 18 horas a veces.
¿Cuánto tiempo duró el estudio de estos personajes?
8 meses, más o menos. Yo arranqué con un mes de entrenamiento e investigación, pero durante todo el proyecto cantamos como 200 temas. Pues imagínate. Yo parecía un loco todo el tiempo con audífonos todo el día y hágale, y hágale. Y en el carro, y los domingos y mientras me bañaba, porque esto no es fácil. Hay una música más sencilla, que es muy respetable, que tiene elementos más fáciles. Pero en esto hay unas canciones que uno dice: “No, ¿yo en qué me metí? ¿Por qué hice esto?”, pero al final fue una delicia y la pasamos increíble.
PUBLICIDAD
¿Cuál es la diferencia más notable entre Camilo y los otros personajes que usted ha interpretado?
Pues yo le agradezco mucho a la vida porque me han llegado papeles muy distintos siempre. Es completamente diferente. Si ustedes ven a Víctor en “La niña” o a Vicente en “A mano limpia” o en las películas, siempre me han tocado cosas muy distintas. Y que llegue Camilo es maravilloso: a mí me había tocado hacer de malo un par de veces y ya estaba cansado. Llegó Víctor, que es un personaje muy bonito y ahora llegó Camilo y es genial y luego volví a hacer de malo. Y ahí vamos.
¿Qué es lo más bello de tener que participar en un proyecto como este?
Ver el compromiso de tanta gente. Este es un proyecto en el que tu entiendes por qué eres actor. Porque te toca ensayar danza, te toca ensayar canto, te toca irte a trabajar 18 horas a veces. Irte a un estudio de grabación. Los ensayos de esto eran un poco más teatrales. No eran tan de televisión, como “estudio, llego, hago y me voy”. Esto fue muy bonito y con los compañeros fue una chimba.
¿Cuál es la magia, para usted, de esta música?
Que es música. Que en las grabaciones usted escucha cuando está la cuerda sonando. Cuando le pegan al timbal, cuando a la trompeta se le sale un aire. La música ha evolucionado y ahora la hacemos con un computador y muchas cosas las regrabamos, pero esto no. Esto era en bloque, vamos a grabar todos al tiempo y eso es muy lindo. Y pues que une a la gente, se baila, se goza y te transporta a tí a tu niñez, a tus diciembres, a Medellín, entonces es una maravilla.
Y, por último, ¿cuál es la canción y el cantante de aquella época que definitivamente lo vuelven “loquito”?
Mi cantante favorito es Rodolfo (Aicardi) y de sus canciones, bueno, tiene muchas. Pero hay una que se llama “Nochebuena”, pero era el reggaetón de los 70. El que no se ponga a bailar no tiene corazón. No tiene cuerpo, ni tiene corazón.