Hace un par de meses, Javier Gómez Santander caminó por la ciudad amurallada de Cartagena en tiempos en los que el coronavirus aún no la había dejado desierta. Fue un domingo y hacía 31 grados. En vez del overol rojo de los personajes que ayudó a crear, usaba una camisa de rayas verticales en la que se intercalaban el azul, el blanco y el gris. Tenía además un jean y unos mocasines oscuros, una combinación que quizás El profesor habría podido usar en un verano en Madrid. Recuerdo que sonrió varias veces, una de ellas en una selfie que se hizo con el abultado grupo de personas a las que les había acabado de hablar. No siempre tomó la vida con tanto júbilo, hubo días, años atrás, en los que le costaba llegar de la cama a su escritorio a las nueve de la mañana y cumplir así con el reto de sentarse a escribir.
-Era un combate que era como luchar contra el mar.
Fueron dos años en los que agotó todos los recursos para superar la depresión. La medicación, la terapia y los kilos que perdió contrastaban con aquellos tiempos en La Sexta, cuando era el showman del tiempo y hacía reír a la audiencia con ingeniosas frases relacionadas con el clima.
-Los que hemos pasado por ahí tenemos que decirlo y no taparlo para que los que están por pasar sepan que es una enfermedad que afecta y de la que se sale.
Tras dos años sin hallar la salida, la disciplina diaria de sentarse a escribir de nueve doce, todas las mañanas, sirvió como semilla. Escribió una comedia que nunca esperó publicar. “Casualidad”, dice, el que luego haya tomado forma bajo el nombre de El crimen del vendedor de tricotosas. La publicó Planeta y asume que fue un fracaso, tanto como La Casa de Papel cuando se estrenó en Antena 3.
-Mi vida estaba tan mal, todo estaba tan mal que cuando iba al libro me reía. Me ayudó mucho porque un proceso de depresión lo que hace es que acaba con tu autoestima, te la tumba.
Al inicio de su libro cita una de las frases que el escritor chileno Roberto Bolaño usó en su famoso cuento El Ojo Silva: “De la violencia, de la verdadera violencia, no podemos huir”. Según datos de la Organización Mundial de la Salud, la depresión es una enfermedad que afecta a más de 300 millones de personas, que en la mayoría de los casos no recibe tratamiento ya sea por falta de recursos, ausencia de personal sanitario capacitado o la estigmatización que existe hacia los trastornos mentales.
-Cuando tú estás ahí no sabes si te vas a poner bien y si te pones bien das por hecho que vas a ser una versión peor de ti mismo. La realidad es que mejoras, pero no es que te lo puedes creer.
En 442 palabras conmovió a miles con su columna titulada “La Rampa”, que cuenta lo que más lo enamora del ser humano al tiempo que desnuda los momentos complejos relacionados con el último año de vida de su hermano. Con su libro El crimen del vendedor de tricotosas es modesto y revela poco acerca de cómo conseguirlo. Aunque es difícil de encontrar en librerías, está en Amazon por 9.99 dólares y en iBooks a 29.900 pesos. Sobre si hay que leer sus 347 páginas (en la app de libros de Apple), el que Álex Pina lo haya convocado tras hacerlo para dirigir a un equipo de guionistas es un buen indicio. Su talento también quedó plasmado en los diálogos de los 30 capítulos disponibles de la Casa de Papel, una serie cuya tercera temporada fue vista por más de 34 millones de personas, apenas en la primera semana, y que se ha posicionado como uno de los mayores éxitos de Netflix.
– Un estímulo nuevo es muy sano para la cabeza, te pones otra vez en modo aprendizaje. Que te den con treinta y tantos años la oportunidad de aprender en una profesión es muy bueno.
El guionista
A diferencia de Daniel Ortiz, el protagonista de su libro, Javier no ha sido un experto en perder el tiempo. En Barú, una pequeña barca servía de transporte para hacer compras y regresar a trabajar en el guion de La Casa de Papel. Quien ha estado allí debe saber que en sus playas el tiempo y las emociones funcionan distinto. Por eso, la “sensación de que los días duraban más” funcionaba como oportunidad para inyectar dosis de creatividad al destino de Tokio, Lisboa, El profesor y Río.
– Cuando quitas tus rutinas, cambias el espacio y vas a un sitio nuevo, las conexiones neuronales empiezan a funcionar mejor porque el cerebro se pone en modo aprendizaje, todo es nuevo y todo son estímulos.
Parte de esos estímulos se daban al contemplar el verde intenso de las hojas de los árboles o el amarillo cambiante cuando fungía como brillo del sol en el mar y cuando se transformaba en un naranja tenue en el atardecer. Habitar Barú, así sea por unos días, permitía comprender que la vida puede tener otro tipo de rutina y entender también las rutinas de la naturaleza: un perro, una garza, la arena y la consciencia plena de la impermanencia. El registró de esos días quedó guardado en Instagram, como sucede con la mayoría de experiencias de estos tiempos, incluyendo claro, la fotografía con la camiseta de la selección de fútbol de Colombia, que en el Caribe colombiano es la mejor manera de ponerse cómodo.
– Nosotros venimos a lugares que nos gustan, la verdad es que Colombia es fundamental para nosotros.
Sobre la primera vez que se encontró con Álex Pina, Javier narra la historia como si fueran ellos los protagonistas de la serie, como si fueran ellos los que dieron el gran golpe. Sabe que la ficción requiere de un conflicto constante para mantener atento al espectador, como la separación entre Tokio y Río o la conversación del final de temporada entre El profesor y Lisboa.
– Tienes que llevar todo el tiempo los personajes y tu historia a lugares de conflicto, producidos por la tensión interna de tu narración, ese es el reto constante.
Eso no es algo que aprendió el día en que empezó a trabajar como guionista en La Casa de Papel. En su cabeza, la estructura de tensión, deseo y conflicto lo ha acompañado de manera permanente y hasta con cierta naturalidad. Basta con verlo en su prolífica carrera como periodista en La Sexta, dando reportes incluso desde el espacio; o cuando se lee la historia de Daniel Ortíz, aquel hombre de 32 años que tenía una vida de mierda y que pasó de ser un ordinario empleado y un turista promedio a un asesino un poco más interesante; y ni qué decir cuando es “el entrevistado” en medios como Clarín, El Mundo, BBC o el programa radial Ya veremos, en los que termina transformando, sin tener el control, a un género periodístico en una historia tragicómica. Su construcción del discurso es tan potente que pareciera que la estructura de conflicto la llevara consigo. Y ha sido ese conflicto, ese talento natural para construir frases e historias con estructuras ganadoras, lo que en parte ha permitido que millones sean adictos a La Casa de Papel.
– El ritmo de la televisión tiene que ser siempre muy alto. El nivel de seducción que tienes que tener en la tele es constante, el reto es mayor.
Coincidió que lo entrevisté un día después de hablar con Marta Peirano, experta en temas de vigilancia y control en internet, y que ha dicho en varias ocasiones que cada vez somos más adictos a las herramientas tecnológicas. Cuando ella se refiere a plataformas como Netflix, invita a pensar en cómo nos extraen datos tales como el tiempo en que dedicamos a cada serie, las pausas que hacemos y el nivel de consumo que llegamos a tener sin parar. Según cifras publicadas en Variety, de los 34 millones de personas que vieron la temporada tres de La Casa de Papel en los primeros siete días, 24 millones terminaron todos los capítulos en esos primeros días.
-Ha dicho que escribe esta serie pensando en que se consuma cada vez más y no pude evitar pensar en lo que Marta Peirano dice acerca de las adicciones tecnológicas. Como guionista, ¿es su deseo que efectivamente más personas se vuelvan adictas a los contenidos que está creando?
-Nosotros no tenemos ese lado perverso que tienen sin duda las aplicaciones generadas para que tu vayas allí, regreses con las manos vacías pero no puedas parar de ir. Nosotros lo que tratamos es de emocionar y contar una historia, que es un principio mucho más honesto. Decir que queremos generar adicción es una exageración que yo utilizo para llamar la atención. Muchas veces lo que hago es que explico eso para contar lo que cuenta Marta en su libro, sobre todo cuando voy a centros de educación y les digo que todos los que están trabajando en estas pantallas están trabajando para que te volváis adictos a estas pantallas, pero creo que los que hacemos ficción no hacemos exactamente eso, porque lo estamos haciendo en el mismo sentido que las novelas quieren que te enganches, que yo creo que tiene mucha más moralidad.
El éxito
El exitoso asalto de un banco o la exitosa manera de ocultar un crimen pueden ser causas para que un escritor o unos auténticos criminales se desvelen. A Javier no lo desvela el éxito ni el fracaso, pero en ocasiones sí el futuro de sus personajes. Sabe que el fracaso puede venir, como cuando inicialmente La Casa de Papel se estrenó en Antena 3 o cuando lanzó su libro con Planeta; y también sabe que todo es voluble, que las cosas pasan y pueden cambiar, como ya lo hicieron.
-La serie hoy va muy bien, pero quizás mañana no y seguiremos siendo los mismos. Ni hoy seremos tan brillantes ni ese día seremos tan malos.
“030420” son los números que acompañan, a través de stories, la cuenta de Instagram de La Casa de Papel por estos días. Anuncian la fecha de estreno de la cuarta temporada a sus más de siete millones de seguidores. Marketing del éxito. Un éxito para nada gratuito: la rigurosidad, la disciplina y la pasión quedaron expuestas con el dato de que se hicieron 45 versiones del primer capítulo de la segunda temporada.
“Todo puede joderse en una milésima de segundo”, es la primera frase que se escucha en el más reciente trailer. La presión del éxito pareciera una regla de quienes están marcando los primeros lugares de audiencia en épocas en las que importa estar arriba. Incluso siendo así, Javier se acostumbró a vivir en el presente y no lo trasnocha el pensar en lo vendrá. Superar la depresión le sirvió también para darle toda la energía a lo que le está sucediendo y aprovecharlo. La meditación, herramienta que conoció a los 19 años, fue fundamental para ello, para entender que no podría apegarse ni al éxito ni al fracaso porque cualquiera de los dos es transitorio.
– Muchas de las veces cuando caes en una depresión es porque tu cerebro está castigándose por el pasado y aterrado del futuro y no estás en el presente y lo que te enseña la meditación es a estar en el presente a conjugar la vida en infinitivo y eso es importantísimo.
Siguiendo el infinitivo, Javier invita a comprender y vivir el presente, como hoy le sucede con la escritura, su “acto de libertad”. El lanzamiento de la cuarta temporada de La Casa de Papel coincide con la pandemia que ha paralizado al mundo. Fans de todos los rincones del planeta esperan ansiosos, muchos en medio de una cuarentena, para conocer más sobre la serie que popularizó en el carnaval de Río de Janeiro la máscara de Dalí. Para otros, son tiempos en que la mente juega algunas malas pasadas, nuevas o preexistentes. Por eso, el que un exitoso guionista que ha atravesado y superado la depresión comparta sus momentos más difíciles es una oportunidad de aprendizaje y una esperanza para quienes están ahora en ese camino.