El pasado no da tregua. De esto y mucho más trata esta película que cuenta la historia de Federico, quien al salir de la cárcel solo quiere cambiar su vida y trabajar de manera honrada. Los lazos familiares, las dificultades económicas y la lucha por una vida alejada de la violencia nos mostrarán a un hombre que, a pesar de su pasado y sus circunstancias, quiere salir adelante. Su realidad, a la larga, lo llevará por otro camino.
Los fierros tiene un guion original de Mauricio Leiva Cock, Camilo Prince y el director bogotano Pablo González, recordado por cintas como Cord (2015). La historia, según nos cuenta González, «viene de un caso que supuestamente había sucedido en Belencito (pueblo famoso por Acerías Paz del Río, en Boyacá) de un padre que se había vengado de sus hijos al descubrir que lo iban a robar». Esta historia, sin embargo, resultó siendo una leyenda urbana, pero las cosas que pasaban en ese pueblo con la empresa de aceros les dio la idea para construir la historia y los personajes.
Cine negro y western sabanero
Los fierros tiene como uno de sus temas centrales la familia. Pero, no se trata de la familia como la conocemos, donde el amor y la tradición son el eje en el cual se mueven las decisiones. Aquí, la historia va más allá de lo obvio y cuestiona la lealtad en situaciones extremas.
«Nosotros en esta sociedad latinoamericana asumimos que la familia es por encima de cualquier cosa una institución sagrada», comenta González, y da otra pista clave sobre la temática de esta cinta: «de entrada decimos que son lo primero, y no se puede poner en duda, cosa con la que no concuerdo porque todas las cosas del ser humano se pueden poner en duda y seguramente existen casos en los que pensar de esa manera y por tratar de mantener esos vínculos de sangre a todo costo termina en cosas negativas».
De hecho, en este punto el director explica cómo es que la cinta se acerca a géneros como el cine negro. «El destino trágico hace parte de ese cine, no poder escapar de lo que el destino tiene para mí. Y acá se aplica en que uno nunca escoge en qué familia nace, y si resulta que naciste con una combinación que no te conviene pues estás destinado -y no en el sentido esotérico- a unos problemas y unas cosas difíciles de romper, a menos de que cuestiones la idea de la familia como institución».
Y no solo la familia es una pista de que la película tiene elementos de cine negro, género que nace de un pesimismo producto de unas condiciones socioeconómicas en el Estados Unidos de la postdepresión. «Nosotros compartimos varias de esas cosas, como la corrupción, la violencia, la poca fe en las instituciones. Lo interesante es que el cine negro es un vehículo ideal para tratar temas morales», y así, el director se adentra en los conflictos morales que rompen con la idea binaria de dividir los personajes entre buenos y malos.
«Las películas se vuelven más interesantes así», dice González. «Nosotros vemos a este personaje, Federico, y queremos que salga adelante y deje atrás el pasado criminal. Pero al mismo tiempo en un problema en el que nosotros mismos no sabríamos qué decidir, y por eso el tagline de la película es ‘hasta dónde llegaría usted por su familia’. Ya no se nos vuelve un problema de decidir si él es bueno o malo, sino de ver qué haríamos nosotros. Los fierros es, definitivamente, cine negro. No solo en su espíritu, en los temas que toca, sino en su iconografía: el claroscuro, el bajomundo, los bares, la cosa medio sórdida».
Pero además del cine negro, Los fierros puede ser un western gracias a la composición, donde hay «un pueblo con un personaje criminal, una familia, una chica y un enfrentamiento», según recuenta González. «De alguna manera los personajes son simbólicos y metonímicos de cosas más grandes. La ley es el sheriff, y el crimen es el bandido. Siempre ocurre en un espacio geográfico muy cerrado: solo existe el pueblo con el bar (el saloon) y más allá de él está el desierto», dice.
Mucho más que «fierros» y violencia
En Colombia, las audiencias piden menos historias de violencia y narcotráfico. Sin embargo, Los fierros intenta que el relato entre líneas sea el de la humanidad de los personajes, y cómo es posible hacer cine de género con historias que se dan dentro del territorio nacional. González sabe que el público puede tener tal «prevención y aprehensión», como él mismo dice, «a temas relacionados con la violencia y el narcotráfico». Sin embargo, su respuesta ante esto es que «esos temas difíciles también deben existir, aunque no deben ser los únicos», y agrega: «el cine también es un medio de reflexión y una manera en que la sociedad se piensa a sí misma. Yo no comulgo mucho con esa idea de decirle ‘ya no más’ a estos temas. Aunque entiendo perfectamente que eso existe en el público».
Por esta razón, Los fierros se pensó como una cinta de acción y thriller que pudiera resultar llamativa sin dejar de lado las reflexiones respectivas. «El cine de género es un medio interesante porque le permite al espectador entretenerse, usarlo como un medio de escapismo. Si uno se monta ahí se le abre una puerta para decir otras cosas. Es como una pildorita que sabe a dulce, pero por dentro tiene otras cosas más poderosas. Con suerte, la gente se dará cuenta que es una película que funciona en varios niveles», comenta al respecto el director.
En esta historia vemos a Federico (Alejandro Buitrago) saliendo de la cárcel. Pero no pasan más de 10 minutos en la narración antes de que comencemos a empatizar con él, y sus circunstancias. Rápidamente podemos notar que es un sujeto más tratando de ganarse el pan luego de haber cometido un error. Federico es, en pocas palabras, todos los colombianos saliendo de la cárcel en busca de cambiar su propio relato.
«Eso es lo que más me interesa del cine y los personajes», dice González, para quien lo que pasa en la cinta es de cierta forma un espejo de lo que pasa en el país. «Ver la humanidad en Federico, descubrir que lo que tiene él adentro también lo tengo yo… todo el trabajo desde el guion y el mío como director era decir ‘bueno, este es un ser humano que ha cometido errores y ha sido castigado por ellos’, pero no deja de ser una persona. Y eso es así en la vida real: estemos donde estemos en el espectro político, paramilitares, militares, guerrilleros, criminales, narcotraficantes, lo que sea, no dejan de ser personas. Y las personas son de muchas caras y facetas, son lo que son, pero también son hijos, amantes, novios, y también quieren salir adelante. Toda la tragedia de la película es precisamente cómo hace una persona que carga con ese estigma tan grande para volver de la cárcel», comenta.
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