No todo es malo: Paulina Vega, en 2014, ganó el concurso de Traje Típico en el Concurso Nacional de Belleza por una sencilla razón. El vestido se veía sencillo, elegante y no caía en todos esos clichés que suelen verse en los reinados. Tenía los elementos artesanales que son requisito en estos concursos. Pero también tenía una sombrilla y no parecía incómoda e inmóvil. Como siempre pasa.
PUBLICIDAD
Más de lo mismo
Porque en esta categoría, siempre es lo mismo: hay que disfrazar a las reinas de belleza de pies a cabeza con elementos «típicos» de su país. Si alguna pobre salió con algún plato típico en la cabeza, como bandeja paisa (o chilaquiles), debió pasar en el interminable- y monótono- desfile de trajes típicos. Y en Colombia no ha sido la excepción este año.
Es loable que se incluyan técnicas como las mostacillas y otras texturas que vemos en las regiones de nuestro país. Es loable que varios estudiantes quieran plasmar su creatividad en un traje que no debe ser fácil de elaborar. Pero siempre, siempre es lo mismo: este año vimos a unas cuantas con el pajarraco en la cabeza y también en la mano, a modo de cetro. Obviamente, el tocado a lo Carmen Miranda tampoco podía faltar. Incluso, no faltaron las típicas obviedades, como el traje en fique y el sombrero vueltiao.
Y otras, claro, por innovar causaron más bien desconcierto. Bogotá con su «Monserrate Colorida» se veía más tropical que cualquier otra cosa. La esencia «hippie» de la capital se hubiera representado de otra manera. Y otras parecían salidas de «Hunger Games». Santander representó a la fauna de su región, pero el vestido habla por sí solo…
PUBLICIDAD
¿Cómo, entonces, expresar una propuesta que vaya más allá del Ángel Wannabe de Victoria’s Secret y que no se vea como garota salida de la película «Río»? Hay que mirar lo que hizo Paulina hace tres años. Y de ahí, tener propuestas que sean diferenciadoras en cuanto a comodidad, pero sobre todo en silueta. Y así marcar la diferencia.
https://twitter.com/CruzMars01/status/844007338658992129