Una experiencia desconocida para el Junior de Barranquilla. El equipo de Curramba estaba por primera vez en una final internacional. Ante Atlético Paranaense, los tiburones hicieron su bautismo en la elite de los equipos del continente, al menos en los que participan en la Copa Sudamericana.
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Lejos de sufrir de pánico escénico, el conjunto que dirige desde lo táctico Julio Comesaña salió a morder la yugular. Con varias bajas, entre ellas la de Teófilo Gutiérrez y Gabriel Fuentes, ambos suspendidos, los tiburones se mostraron sin complejo y sin renunciar al buen trato de pelota.
Paranaense, en cambio, llevó un libreto defensivo. El conjunto de Curitíba no salió a atacar como lo hizo por ejemplo en Maracaná, ante Fluminense en semifinales. Su planteamiento fue más austero. Cortaba las conexiones del Junior y contragolpeaba, con mucha velocidad por las bandas.
El trámite del juego favoreció al Junior en el primer tiempo. Aunque los visitantes estaban tirados atrás, la sucesión de pases de los barranquilleros logró generar peligro, sobre todo por la individualidad de Luis Díaz. El guajiro desequilibraba por el sector izquierdo, causándole muchos dolores de cabeza al lateral Jonathan.
Sin embargo, el equipo de la Arenosa sufrió un mal en todo el semestre y hoy no fue la excepción: falta de gol. Junior no pudo capitalizar en goles las situaciones que generó, resintiendo aún más la ausencia de Teo en el Metropolitano. Al término de los primeros 45 minutos, el conjunto brasileño hacía su negocio.
Una de las virtudes junioristas en lo que va de la Copa Sudamericana es la paciencia. Sin embargo, en la noche currambera esta vez hubo algo de ansiedad. Al comienzo de la segunda mitad, los tiburones comenzaron a dejar espacios que no brindaron en el primer episodio.
Ni corto ni perezoso, Atlético Paranaense comenzó a desplegar sus alas y a hacer daño. Así llegó el gol inicial, filtrando una pelota por derecha, para que en cortada apareciera Pablo Felipe y de derecha venciera a Sebastián Viera. El arquero uruguayo tuvo algo de complicidad al permitir que el gol fuera por el primer palo.
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Golpe a la ilusión del Junior y a la afición rojiblanca en las tribunas. El silencio se apoderó del estadio Metropolitano y la zozobra era latente. Por fortuna, en esta ocasión, la calma presagiaba una tempestad de gritos.
El gol de Junior no demoró mucho. Cuando peor la pasaba, cuando el juego del primer tiempo no aparecía, una jugada fortuita permitió que Yony González rematara con una media tijera y dejara plantado al portero brasileño. Empate a uno y juego nuevo en Barranquilla.
Por algunos minutos, los locales recobraron su identidad. En ese momento, el que sintió el cimbronazo fue el conjunto visitante. Con viento en la camiseta, los rojiblancos forzaron un penalti que dejó dudas a la hora de que el peruano Diego Haro señalara el punto de cal. El inca no creyó relevante ir al VAR y le dio la posibilidad al Junior de irse en ventaja.
Sin embargo, el equipo de Comesaña sufre un karma con los penaltis. En semifinales fue James Sánchez el que lo erró, mal cobrado ante el portero de Santa Fe, Álvaro Solís. Ahora, fue Rafael Pérez el que se hizo cargo. El defensor le pegó con tantas ansías, que el balón se estrelló con rebeldía en el travesaño del arco de Paranaense, dejando todo en tablas.
A partir de allí, a Junior se le fueron las luces. Los tiburones no supieron asimilar el penal fallado y hubo poco peligro de cara al pórtico del portero Aderbar Santos. Entre un equipo que no pudo y otro que no quiso en los minutos finales, el empate fue inevitable.
El único que se reveló fue Jarlan Barrera, quien en tiempo de adición intentó convertir en un remate desesperado, pero otra vez Santos se erigió como figura.
Empate que define lo que fue el partido de ida. Junior, con claros y oscuros, no pudo doblegar a un equipo que dejó la mesa servida para celebrar en el estadio Arena Da Baixada de Curitíba. A Junior le resta ir por la heroica a territorio brasileño. Tiene una semana para levantarse y una final local en medio contra Medellín. Ah, también una buena noticia: vuelve Teo.