Las #HijasDeLaFrontera son colombianas, venezolanas, migrantes. Son niñas y mujeres económicamente vulnerables, sobrevivientes de injusticias sin nombre. Algunas vienen de las fronteras geográficas, otras son hijas abandonadas de fronteras culturales, socioeconómicas, lingüísticas. Han sufrido estigmas, violencia física o sexual, obstétrica, institucional. Son niñas y mujeres vulnerables que han luchado por ejercer su derecho y se les ha sido negado. Ellas están siendo abandonadas por un sistema que no las protege, por una sociedad que las desconoce.
Al proyecto, que busca visibilizar algunas de las historias de las #HijasDeLaFrontera que han terminado en embarazos no deseados, se han sumado artistas de la talla de Alejandra Borrero, Natalia Reyes, Katherine Porto y Alejandro Riaño, defensores de los derechos sexuales y reproductivos, quienes alzan su voz para que las instituciones sociales y los servicios de salud los protejan y garanticen.
Son decenas de historias las que día a día se registran, sin embargo, las que componen esta colección dan un panorama general de lo delicada que es la situación. Los nombres de las víctimas han sido cambiados para proteger su identidad, pero los casos son 100% verídicos.
Aunque en Colombia el aborto ya es legal en el marco de las tres causales, los casos que narran los artistas demuestran cómo estas terminan siendo insuficientes, ante un estado e instituciones que no han sido capaces de garantizar el acceso adecuado a los servicios de salud, y una comunidad médica maniatada por la falta de claridad legal, el estigma y la desinformación.
Según cifras del Instituto estadounidense Guttmacher, en Colombia ocurren anualmente unos 400 mil abortos inducidos, de los cuales solamente 322 (menos del 1%) fueron procedimientos legales o interrupciones voluntarias del embarazo practicadas en instituciones de salud.