Robert Lorenz, productor de varias películas de Clint Eastwood como Million Dollar Baby (2004) y Gran Torino (2008), dirigió esta cinta en la que un veterano de guerra empobrecido, Jim (Liam Neeson), resulta envuelto en una misión que pondrá todas sus habilidades a prueba cuando intente ayudar a una mujer que cruza la frontera ilegalmente con su hijo Miguel. Lo que Jim no sabe, es que a esta familia la persigue un cartel mexicano del cual hace parte Mauricio, interpretado por Juan Pablo Raba.
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Esto fue lo que nos contó el actor a propósito de este papel y su trabajo con uno de los actores más reconocidos de Hollywood.
Para empezar, cuéntenos quién es Mauricio y cómo lo describiría…
Yo interpreto a Mauricio. Lo veo como un soldado. Él es de los carteles, sin identificar cuál, y trabaja en la frontera con Estados Unidos. Tiene una misión, que es rescatar en principio un dinero que se llevó una mujer que cruza la frontera con un niño. A Mauricio se le convierte en una suerte de misión personal recuperar ese dinero, y al niño, porque un ranchero norteamericano, Jim (Liam Neeson), se interpone en el camino y comienza a ayudar al niño. Mauricio quiere cumplir su misión, es un soldado, eso es lo que es.
Por encima, parece que es un antagonista clásico. Sin embargo, ¿qué pudo aprender de su personaje entre líneas desde su guion, que tal vez no fuera tan evidente a simple vista?
Una cosa muy clara, es que él simplemente es un instrumento para contar la historia de Jim y del niño. De pronto no hubo muchas oportunidades para profundizar en la historia de Mauricio. De hecho, cuando recibí el guion no me interesaba para nada el papel, pero cuando tuve una entrevista con el director Robert Lorenz, me empezó a parecer más humano, más atractivo el personaje. Me gusta hacer películas que generen conversación. Dentro de los propósitos que tuve con él, había algo claro y era combatir la idea de que todos nacen con muchas opciones en la vida, cuando lo cierto es que muchas personas no tienen esas opciones. Es muy fácil juzgar desde la comodidad las acciones de otras personas, que no justifico, pero cuando me toca defender a mi personaje sí apelo a que es un ser humano que no tuvo otra opción. No porque haya nacido malo, sino porque probablemente solo conoce la maldad. Los carteles de México se llevan a los niños de sus casas con la falsa promesa de ser entrenados para un trabajo. En realidad, los meten en campamentos militares y se convierten en asesinos, sin tener más opción.
<strong>«Me gusta hacer películas que generen conversación. Dentro de los propósitos que tuve con él, había algo claro y era combatir la idea de que todos nacen con muchas opciones en la vida, cuando lo cierto es que muchas personas no tienen esas opciones»</strong>
En el cine muchas películas han tocado el tema de la tensión fronteriza entre Estados Unidos y México, así como la tragedia de las familias envueltas, ¿cuál diría que es un diferencial de esta historia particular?
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En primer lugar, no diría que esta sea una película política, de ninguna forma. Lo único es que cuando podemos tratar temas tan grandes, tan universales, porque el tema de las fronteras no es solo de esta frontera en particular, puede ser Colombia y Venezuela, o Israel y Palestina… es un problema universal. El cine nos permite agarrar problemas grandes y poderlos centrar en historias de seres humanos. Entonces, sin importar de qué lado estés a nivel de opinión, creo que nos tenemos que dar la oportunidad como seres humanos de identificar historias de otros seres humanos. Eso es lo que pasa. Aquí vemos a un niño que no quería pasar a Estados Unidos, pero no tuvo más remedio. Y al igual que él, muchas personas se van de sus hogares porque las van a matar. Entonces, sin que sea político, contamos la historia. Si alguien se puede conmover al respecto, maravilloso.
Por otro lado, el gran enemigo de esta película es el gobierno estadounidense. Hablamos de un tipo que está roto por el sistema (Jim), un sistema que él mismo defendió en una guerra. Es un veterano que perdió todo su dinero tratando de salvar a su esposa, no pudo con las cuentas médicas, tenemos la radiografía de un sistema totalmente roto. Para mí, el verdadero salvador de la película es el niño, quien le ofrece esperanza a Jim.
¿Cómo fue ese detrás de cámaras con Liam Neeson, un actor con una de las trayectorias más conocidas en películas de acción, y qué lecciones le compartió?
Él es un tipo sumamente honesto y con los pies sobre la tierra. No es un tipo que te daría un ‘tip’ a menos que se lo pidieras, pero sí es un tipo que te enseña a través del ejemplo. Si tú te fijas, si ves su comportamiento, es lo que uno quisiera llegar a ser; una gran estrella, una de las figuras más importantes del mundo a nivel de entretenimiento, con uno de los palmareses más amplios y bonitos, que además se pudo reinventar casi a los 60 años, como lo que hizo Bruce Willis con Duro de matar, y seguir siendo un tipo absolutamente tranquilo. Es un tipo humano, empático, que te escucha con atención, preocupado por sacar el mayor provecho de las escenas y el guion que tiene en frente, así como de su compañero. Esa, finalmente, es la gran lección. Él es una lección viviente.
Sabemos que, con Liam Neeson, trabajaron juntos para cambiar el final de esta historia, ¿cómo fue eso?
Eso se da gracias al espíritu colaborativo de Robert (Lorenz) y las ganas de hacer cosas de Liam. Yo tenía esa espinita, no estaba convencido con el final que teníamos, ni cómo eso dejaba al personaje de Liam. Él es un tipo con entrenamiento militar, pero lo mueve más el corazón. Y resultó ser que Liam tenía la misma inquietud que yo: él no quería ser el blanco norteamericano que se las sabe todas. Hablamos y hablamos, y llegamos a esta propuesta de final, que a Robert le tomó por sorpresa, pero a la final les gustó mucho. Este final era más arriesgado, el otro era más simple, más predecible.