Columnas

Un momento con una heroína desconocida .

Es uno de esos días helados de mi bipolar climática Bogotá, en donde pienso en los homenajes vivos que quiero hacer a las decenas de mujeres que conozco y que han dado peleas muy rudas; entre lo impersonal de la virtualidad y la íntima comunicación telefónica en donde los matices del tono de las voces desnudan el alma de quienes intercambian sus mundos, sucede este diálogo, esta interacción.

Es cuando tejo este diálogo híbrido que fluye lo mágico de una entrevista, los pinitos de una crónica y la fuerza de un perfil matizado por la opinión indiscreta de todas las mujeres que me habitan junto con la ética de un periodismo con perspectiva de género, que tiene como único objetivo lograr una narrativa putamente libre.

Han fallecido no pocas grandiosas mujeres que he conocido y se han ido sin que sus historias sean contadas; por eso, decidí que mi letra sacara el tiempo para honrar a un puñado de los millones de heroínas silenciosas y desconocidas.

Ella es una fabulosa productora de contenidos educativos que a mi juicio minimo la deberia concocer toda Colombia: Licenciada en recreación, especialista en infancia, cultura y desarrollo. Con experiencia en diseño, creación, aplicación y evaluación de contenidos alternativos de la educación, enfocada en las habilidades sociales y competencias para la vida.

Es una delicia hacerle preguntas porque es una mujer que no sufre de falsa modestia y sin caer en la arrogancia y sobradez como tantas personas que adquieren experticias en la vida, deja ver toda su grandeza. No he podido tomarme un solo té a los ojos de esta mujer a razón de este maldito virus. La conocí en plena pandemia en búsqueda de mi crecimiento académico y simplemente quedé atrapada.

Mientras trato que mi vieja ruana tejida a mano y un espantoso café colao hecho por mi de afán me quite este frío, desde mi pc y sobre mi desordenado comedor trato de darle orden a las palabra de este personaje, porque deseo de todo corazón que se emocionen tanto como yo me emociono con la alegría de saber que en un país como Colombia, que sin duda alguna sabemos es un país más que difícil, un país que pareciera que Dios no lo quiere y el Diablo no lo soporta, un país donde las masacres son paisaje y la injusticia social es pan nuestro de cada día, es paradójico que exista la alegria de una mujer que desde la sencillez de su hacer y la majestuosidad de su sencillez salva vidas y transforma realidades sin bombos ni platillos.

En realidad, son muchas mujeres construyendo una Colombia diferente y cada una de ellas me emociona como si fuera única … y sí, todas y cada una de nosotras somos únicas. Feliz de encontrarla continúo con el diálogo.

¿Puedes presentarte como si tuvieramos un millon de espectadores?

¡Por supuesto! Mi nombre es Nathaly Andrea Ospino Díaz, pero no me gusta toda esa composición, es un nombre largo que casi nunca se usa completo, solo en escenarios de regaño, claramente creo que para eso son los dos nombres. Tengo 38 años, soy mamá de un adolescente increíble y absolutamente sensible, parí a los 22 años y a pesar de la mayoría de edad seguía infantilizada al ser la menor de 7 hermanos y la “esperanza” de quien ya se vislumbraba en su pensamiento crítico con alguna posibilidad de ser y hacer algo diferente a ser mamá por fuera del “sagrado vínculo del matrimonio” en el que claramente nunca he creído.

No puedo imaginar una mujer tan libertaria como tú infantilizada. Tuvo que ser una sensación muy difícil. Por supuesto que me ha impactado saber que no crees en el matrimonio siendo una mujer cristiana pero, no voy a caer en el cliché de pedirte explicaciones sobre el tema. Nunca dejaré de sorprenderme con las contradicciones femeninas que nos hacen dudar muchas veces de nuestros pasos. Odio dar explicaciones sobre porque estoy casada siendo feminista y por eso no te preguntaré porque no crees en el matrimonio siendo creyente en Dios… la respuesta a cualquiera de las dos preguntas es: “porque somos mujeres putamente libres”. Sin embargo, es imposible no sentir curiosidad por este tema dejo a tu consideración saciar o no esta curiosidad.
Soy cristiana, la cristiana que sale de la norma, la base de mi familia es católica, pero no me convencían esas estructuras jerárquicas y lejanas (de esa y de ninguna iglesia) luego de ser víctima de violencia intrafamiliar llego gracias a un gran amigo a la iglesia metodista, un espacio en Bogotá que aún existe, al cual ya no asisto, allí conocí una forma diferente de eso que llaman iglesia, creo en un Dios madre, pero también creo que hemos creado a muchos dioses a imagen y semejanza del proyecto social colectivo del momento, tal vez antes requeríamos un dios castigador, hoy queremos un dios queer. Allí inicié un trabajo con mujeres, conocí personas maravillosas con quienes cada sábado desde una visión crítica se comparte la palabra, tenemos un fuerte carácter político y claro, soy la “feminista” del grupo.

Si supieras que hay un millón de mujeres ávidas de conocerte, ¿qué más les contarías sobre ti?

Les diría muchas cosas, pero, definitivamente les contaría en resumen lo que ha sido mi camino más o menos de este modo:
La vida me permitió explorar el cuerpo desde la danza y he transitado allí desde los 16 años, apostando a creer en el cuerpo como el placer más grande, es que esto de ser materia y poder sentir, hacer, o vivir reconociendo el dolor del ensayo y la satisfacción de una danza bien ejecutada es maravilloso.
Luego estudié licenciatura en recreación, sí, así solo, no deporte, no educación física, la primera porque nunca me ha interesado ese marco competitivo que lleva al cuerpo a extremos, la segunda porque en el colegio odié correr alrededor de una cancha sin sentido. Más adelante estudié una especialización en infancia, cultura y desarrollo, pero a pesar de esta formación no es mi interés directo trabajar con los niños y niñas sino con quienes tengan la responsabilidad de su cuidado.
Tengo otras formaciones, a las que he llegado por ese interés del bienestar, específicamente como terapeuta en temas emocionales, ya que una parte que nos ha dejado el capitalismo como legado es: una idea de vivir para el éxito sin sentir, cosa que es imposible. Y sì quisieran oir un poco más sobre mi les hablaría de lo que se llamaría experiencia profesional, trabajé durante muchos años como recreadora, docente, incluso en el bienestar familiar, y la cruz roja, universidades, instituciones de educación, un sinfín de cosas que hacemos en Colombia para estudiar – trabajar – sobrevivir. No dudaría en contarles que he transitado por los caminos de las vulneraciones, abandonos, desplazamientos, desconocimientos, y que, así, desde una inquietud de la mujer en estos escenarios y desde mi propia experiencia empecé a estudiar y decidir una visión sociopolítica desde el feminismo, no, no me pregunten vertientes, porque apenas en diez años he logrado tener luces de un movimiento histórico que piensan negar a través de un lenguaje subpolítico reduccionista.

¿Y si fuera cuestión de datos puntuales de tu aporte humanitario y social?

Ayudé en la consolidación de una casa para mujeres adictas en recuperación, allí entendí cuáles son las diferentes realidades de la vida en calle, del consumo, la prostitución, la vida familiar, entre otras, para una mujer adicta. Hoy en día no hago parte de este proyecto, a veces pienso que fuí la porrista del mismo, pero estoy convencida que ese camino de acompañar mujeres fue de las experiencias más gratas de mi vida.

Y termina tu embolvente y valiosa narrativa hablando sobre tu experiencia de madre adoptiva…

Tengo un hijo adoptivo, me dice mamá de la danza, su experiencia trans, su experiencia con el cuerpo lo aleja de su seno materno biológico, no tenía opción, ser alcahueta y comprender su visión del mundo, una visión para la que no estamos preparados en una sociedad que nos vuelve moralistas y rechazadores.
Para no dejar por fuera: sueño, sueño mucho, sobre todo con poder dedicarme a escribir a investigar hechos sociales, a crear un proyecto de ayuda integral, interdisciplinar que nos deje de ver como partículas desintegradas, quiero estudiar mucho, para poder dar mucho.

Mar Candela / @femi_artesanal

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