En la última semana del Tour de Francia, el imperial Pogačar marcha como todo un emperador, no lo hace con una gran Guardia Pretoriana, más bien se mueve en la soledad de quien se sabe superior a su equipo y a sus contrincantes. Con la soberbia calidad que ha mostrado, y la superioridad abismal respecto a los demás corredores, las acusaciones de dopaje están a la orden día, sobre todo de nosotros los colombianos que vimos a Urán en el segundo lugar. Sin embargo, y dejando el nacionalismo, Pogačar tendría más argumentos para desconfiar de los colombianos que nosotros de él. En menos de dos días, se conocieron dos casos de dopaje que involucra a dos corredores de reconocimiento en el pelotón nacional.
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Para no alargar esta columna, dejaré a un lado el hablar sobre la sombra de Maxtin al lado de Pogacar, que es realmente lo que más pone a dudar a quienes hemos seguido este deporte por más de una década. Aunque seguramente esto pueda ser debatible. Todos tenemos derecho a cambiar.
Yendo al punto en cuestión, el dopaje en Colombia está en un camino oscuro, hay tanto ruido alrededor del asunto que es preocupante porque especular se puede, pero un debate serio sobre el problema quizás ninguno. Los viejos periodistas que se quedaron en la época de Lucho Herrera no quieren hablar del tema, les da miedo incomodar. Nosotros, los que decimos ser los “alternativos” e independientes, poca o ninguna información podemos tener porque en el pelotón existe la ley del silencio, una especie de omerta al mejor estilo de la mafia siciliana. Solamente caen los sancionados pero nunca existe una investigación sobre quiénes más hacen parte de esta red de dopaje, es claro que los corredores no se dopan solos, siempre van a necesitar de aquellos que los guíen y provean en el proceso. El dopaje es un tema tabú por donde se le mire.
Hoy, cuando se escribe esta columna, se sabe que la policía francesa estuvo haciendo una inspección en el Hotel del equipo Bahrain-Victorious, la lucha contra el dopaje es un compromiso a muchos niveles y de muchas instituciones. Sin embargo, en Colombia poco o nada nos hemos preocupado. En este momento hay 18 corredores colombianos sancionados por la UCI por uso indebido de sustancias.
El ministro del Deporte, Ernesto Lucena, se ha mostrado muy interesado por esta situación, tanto así que ayudó a impulsar una ley antidopaje que se estrenó este año. En esa medida, podríamos pensar que lo de Aristóbulo Cala, actual Campeón de Ruta en Colombia, ¿obedece a las nuevas medidas para evitar el dopaje?
Esta pequeña columna no es más que un breve texto para que pensemos de forma más acertada, el hecho de estar acusando a todo mundo de dopado cuando aquí en casa el tema está fuera de control, y para rematar sin laboratorio acreditado para perseguir el dopaje. Lo que deberíamos estar haciendo es barriendo la casa para y salir a criticar a lo demás cuando los nuestros no ganan y vemos desempeños aterradores. Sospechar de los ciclistas y del ciclismo se puede, eso es bueno y permite estar alertas, pero insisto, qué bueno sería que podamos cambiarle la cara al pelotón nacional.
Camilo Téllez / @acerocaballito