La Comic Con Colombia, en su segunda versión realizada en Bogotá, finalizó hace unos días. Y una de las cosas que más me llamó la atención fue la crítica de varios asistentes por el precio de la firma y fotografía con los artistas invitados, desatando una ola de comentarios en redes sociales al respecto.
Lo primero que hay que entender es que no es la convención la que cobra por la foto o el autógrafo, es el invitado quien lo hace. Son ellos quienes le anuncian a la organización cuáles son sus tarifas, cuánto tiempo van a disponer para firmar y tomarse fotografías con el público. Es un trabajo más que realizan mientras están atendiendo la Con. Y no es algo exclusivo de los actores, también lo están haciendo los artistas de doblaje, cosplayers y quienes iniciaron todo, los artistas de cómic.
Lo segundo es entender el negocio en el que se ha convertido la memorabilia. Todo inició con los cómics. Estos no siempre fueron un artículo coleccionable. Los tomos se leían y se tiraban. Muy pocas personas llegaron a guardar o hacer colecciones de estos “libritos” y por eso, a finales del siglo pasado, se convirtieron en rarezas y objetos deseados, no solo por los lectores sino también por coleccionistas que ven en estos ejemplares una inversión. ¿Y qué mejor forma de elevar el costo de su artículo coleccionable? Simple, con el autógrafo del creador, dibujante, escritor, colorista involucrado en el proceso, para luego poder revender mucho más cara esta pieza coleccionable.
Al darse cuenta, que muchos estaban cobrando y ganando dinero al valorizar sus coleccionables gracias a sus firmas, estos artistas decidieron cobrar por ellas. Es una forma de asegurarse que, si el objeto va a ser revendido, van a tener de una forma indirecta una participación en el negocio y, también, un ingreso adicional a su salario. Esto para algunos artistas tiene sentido, especialmente para aquellos que no son tan famosos o a los que las convenciones no les pagan por asistir. Ellos mismos deben pagar su estadía, viáticos y desplazamiento, en especial, cuando al asistir a un evento, están dejando de trabajar un par de días.
Porque si algo es claro, es que las firmas de los artistas se han convertido en un negocio. Muchos cazadores de autógrafos hacen lo imposible por obtener un poster firmado por los artistas, para luego subastarlo o venderlo a quien pague el precio más alto. Es por eso que las personalidades han “impuesto” este “filtro” para asegurarse que sea un verdadero fan quien lo tenga y no un revendedor, pero el costo es que los actores y actrices se vuelvan inalcanzables en galas y premieres y otros eventos, como fue el caso de Mark Hamill en Star Wars: The Force Awakens, en donde fue muy distante con el público asistente y luego, durante días en su cuenta de Twitter, explicaba que no se fotografió o firmó porque prefiere saber si a esa persona a la que le está firmando realmente quiere la firma o es solo la quiere para la venta.
¿Vale la pena pagarle a un artista por su firma, una foto o un mensaje? Es una pregunta que cada uno debe responder. En lo personal, creo que es una forma de apoyar a los artistas, hacerles ver que apreciamos su trabajo y de paso tener un recuerdo de un momento que seguramente fue bastante emotivo.
Mauricio Cárdenas / @Arkhamkou