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Entre lo sencillo y lo simple

Me gustan las cosas sencillas, aquellas que no necesitan de muchas arandelas para impactar y llegar a quedarse en tu memoria, esas que se graban con facilidad en tu mente e incluso en tu corazón. Sin embargo parece existir un gran número de personas a quienes les gusta hacer complejas las cosas, y otras tantas, que confunden lo simple con lo sencillo, por eso me gustaría tratar de explorar esos términos en estas lineas.

Sencillo es un café sin azúcar, sin aditivos, preparado en la antigua cafetera o calentado en la tetera vieja que te ha acompañado por un buen tiempo; simple es un café aguado, sin sabor ni textura, hecho de afán o de mala gana, uno de esos que no dan ganas de compartir.

Sencillo es un mensaje que no necesita de muchas palabras para que se conecte a tu corazón o a tu mente, como cuando alguien capta tu atención y te atrapa con tan solo unas palabras, ya que cuando se comunica con honestidad y empatía, la conexión es casi inmediata. Lo simple, en esa linea y por otro lado, es tratar de usar palabras extrañas, y enredar con el lenguaje tratando de aparentar conocimiento cuando en realidad sólo se está disimulando la ignorancia. 

Es muy sencillo hacer algo bueno por otra persona, tener un acto de bondad y/o generosidad, desde una sonrisa hasta compartir un café, desde preguntarle como se siente, hasta darle un abrazo silencioso… esos son pequeños actos con un gran poder transformador. Simple es hacerse el de la vista gorda, ignorar lo que pasa a nuestro alrededor y hacer de cuenta que nada existe fuera de nuestro ego.

Es muy simple criticar sin proponer, sin atreverse a hacer, sin ejecutar, sin arriesgarse a actuar; cuando sería más sencillo evaluar la situación, ver lo que no encaja y tratar de hacer algo por cambiarlo.

Es muy sencillo decir lo que pensamos cuando lo pensamos, dar a conocer nuestros puntos de vista, aceptar lo que debamos aceptar y sobre todo, preguntar cuando tengamos alguna duda. Pero muchas personas prefieren el camino de lo simple, que es guardar silencio para criticar las ideas de otros a falta de las propias, evadir responsabilidades a través de excusas, o suponer en vez de preguntar… eso es simple.

Lo simple es insulso, carece de fuerza, de valor, de profundidad, es eso que se hace por hacer, ni siquiera por cumplir. Lo sencillo, requiere de cierto toque de inteligencia, creatividad y astucia, para transformar y con ello, multiplicar.

Decir que todo es simple es demeritar el esfuerzo, conocimiento y trabajo de otros, entregarse a lo simple es rendirse ante el ego, y conformarse con el mínimo posible, es rendirse antes de empezar. Buscar la sencillez, trabajar por lograrla y vivir para disfrutarla, es otra historia radicalmente diferente, mucho más emocionante, constructiva y poderosa.

Disfruta de los sencillos placeres de la vida, conéctate con los sentimientos y emociones más sencillos que a la vez son los más puros que puedes tener y trata de conocerte a través de ellos, porque cuando nos conectamos con sencillez, estamos permitiéndonos ir (y ver) más allá de cualquier máscara que podamos tener.

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