Desde la victoria presidencial de Duque teníamos plena certeza de que tendría unas tareas titánicas. Existía claridad y registro del país que recibía: aumento de deuda pública interna y externa de manera abismal y desproporcionada, con relación a gobiernos anteriores, ello como consecuencia de un gobierno sin vergüenza y abusivo, que dilapidó los recursos de los colombianos en vuelos charter al narcoterrorismo, catamaranes y langosta, cortinas y almendras, entre muchos otros. También había claridad que existía un alto riesgo de encontrar un estado cada día más burocratizado, inoperante y con entidades que en muchos casos duplican objetivos misionales y funciones.
Agencias al mejor estilo anglosajón con nóminas costosas y a veces innecesarias, una corrupción desbordada en principio por falta de eficacia en el sistema judicial, y una desaceleración económica en razón del asfixiante esquema tributario de un iva que subió de manera desbordada, todo porque de algún lado había que financiar la Paz, la corrupción, el Fast Track, y todo aquello que se inventaron para hacerle la vida más plácida a los delincuentes pero invivible a los ciudadanos de a pie honestos, como usted y cómo yo. Teníamos claridad que existía un grave riesgo de que el gobierno que sucediera a la lumbrera de Nobel, iba a encontrar un estado desfinanciado y con ello un alto riesgo de más impuestos a la clase media.
La más atractiva idea del candidato Duque para entonces, fue su promesa irrestricta de no promover más impuestos, de hacer más dinámica la economía y de promover unos días al año de cero IVA. Muchos votamos por Duque con ciertas reservas pero convencidos que lo haría bien, que sería un hombre que haría gala de su palabra y promesas de campaña, que honraría a sus electores a su partido, a sus bases, y sobre todo a lo colombianos intrépidos- no estúpidos- que con gallardía votáramos por el; si bien sabíamos del desfinanciamiento del Estado también creíamos que Duque con firmeza y sin tibieza gobernaría todo un país en pro de la unidad, sin desconocer las ideas fuerza que promovieron su candidatura.
La delirante idea de promover más impuestos o hacer extensión del iva a productos básicos de la canasta familiar, no solo asfixiaría a las clases medias de Colombia sino de una vez por todas las terminaría de acabar, esa extensión tributaria regresiva y absurda, sería el inicio de un sinnúmero de escenarios que cada día harían más gravosas las reformas tributarias venideras, desconociendo principios básicos económicos, asuntos que sin duda alguna podría llevar en la situación actual a un desastre económico sin precedente alguno. Uno de los ejes verticales por lo que se promovió la candidatura de duque fue desde luego la promesa tributaria, pero también la austeridad en el gasto público y la necesidad de hacer un Estado mucho más pequeño y ágil.
Presidente Duque tiene usted en esta oportunidad la más grande de lograr la unidad, salvaguardando los intereses superiores del Estado, saneando las finanzas públicas, y protegiendo la dignidad de las mayorías de Colombianos, si usted examina la posibilidad de derogar todos los decretos de Santos, en los cuales se crearon agencias, entidades descentralizadas, empresas industriales y comerciales del Estado que no comercian nada, y suprime todos esos cargos, no solo le haría un favor al país con un ahorro fiscal superior al del déficit actual, sino no tendría que gravar la canasta familiar, ahora otra posibilidad que tiene es el remate colectivo mediante facultades especiales vía decreto, para hacer efectivas todas las extinciones de dominio pendientes no solo cubriríamos el hueco fiscal, también nos sobraría.