Todos tenemos una idea diferente de lo que significa el éxito, la felicidad, la plenitud y el crecimiento tanto personal como profesional. Algunas personas serían felices si no tuvieran nada que hacer y pudieran estar acostados en la cama todo el día esperando a que les llegue lo que desean; otros, por el contrario, encuentran absolutamente apasionante el trabajo duro, entregarse con intensidad a sus actividades y esforzarse al máximo por alcanzar sus objetivos. También hay un punto medio que entiende el placer de disfrutar lo que se tiene mientras se equilibra con trabajo estratégico en la búsqueda de dichos resultados.
Sea cual sea la manera de abordarlo o de ver la vida, todos quisiéramos tener una vida un poco más ideal. Lo cierto es que la vida que merecemos es precisamente esa que configuramos como ideal según nuestro criterio. Lograr esa vida depende de cuatro cosas: la altitud de nuestros sueños, los dones que tenemos y por los cuales nos destacamos, la manera en la que usamos dichos dones y la actitud que tenemos frente a la vida.
Veamos cada uno de estos puntos con algo más de detalle. Cuando tenemos claros nuestros objetivos, saber a dónde queremos que nos lleven nuestros sueños determina nuestro destino, ya que nos da un mapa de ruta que debemos seguir para lograrlos; eso lo debemos acompañar con los dones que tenemos, pero para tenerlos claros debemos trabajar en nosotros mismos, conocernos cada día más y mejor, practicar constantemente y pulir todo eso que somos para ser cada día mejores, lo cual quiere decir tener claro lo que podemos hacer y compartirlo con el mundo de manera abierta y generosa.
La manera en la que usamos esos dones también es clave, ya que podríamos guardarlos con celo solo para nosotros, lo que sería como tener una gran colección de invaluables libros y no compartir su conocimiento con el mundo, es decir, no serviría de nada; además, esos dones pueden ser usados para cosas buenas y constructivas o para todo lo contrario, la decisión siempre será nuestra y el resultado sin duda será radicalmente diferente en los dos casos. Por último, nuestra actitud es el mayor potenciador de nuestros sueños o el más sólido bloqueo para alcanzarlos, ya que una actitud positiva puede darnos fuerza cuando lo necesitemos y limpiar nuestra visión para ver con claridad el camino que debemos seguir, mientras que una mala actitud nos mostrará constantemente problemas y dificultades que parecerán insuperables.
Podemos tener en nuestra mente una vida soñada, desearla con todo nuestro corazón, pero en realidad depende de estas cuatro cosas que la podamos materializar, ya que gracias a esto podremos tener el mérito para vivir esa vida que deseamos, que sin duda es la vida que realmente merecemos, así algunas veces nuestros miedos nos distraigan y traten de convencernos de lo contrario. Disfruta de la vida que mereces, no te conformes con menos.