Mucho se especula sobre los hombres homosexuales, de hecho, cuando decidí salir del clóset, hace más de una década, recuerdo que la principal preocupación de mi hermano mayor, a quien admiro y amo profundamente, estaba relacionada con el rol sexual que yo iba a desempeñar en mi relación de pareja con mi entonces novio, hoy esposo. Inclusive él pensaba que yo era menos maricón si el que “mordía la almohada” era otro.
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Grandes tabúes nos han encasillado en diferentes roles y sometido a violencias en la sociedad actual. Muchas preguntas están por resolverse, pero también muchos prejuicios deben romperse.
Si hiciera una pregunta como: ¿querido lector (a), qué piensa usted de un hombre gay? Intuyo que las respuestas apuntarían a muchas direcciones. Sospecho que la mayor cantidad de respuestas vendrían de las mujeres, pues es un tema del que los “machos alfas” no hablan; pensaría también que muchas afirmaciones dirían que somos promiscuos, aberrados, fiesteros, llorones, creativos, buenos amigos (el amigo que toda mujer quiere tener), chismosos, afeminados, de buen gusto, delincuentes, drogadictos, plumíferos, que tenemos incorporado el chip de violadores en potencia y eso sin olvidar los causantes del VIH/SIDA en el mundo.
Es por ello que me tomaré el tiempo para aclararle 10 cosas que usted debe saber sobre los hombres homosexuales o gais… aquí van las 5 primeras:
1. Los hombres gais nacen o se hacen: Ambas expresiones a mi manera de ver son equívocas e incrementan el prejuicio. Si se nace, algunos dirán: salió así porque era un hijo no deseado, o porque fue producto de una relación sexual no deseada, otros simplemente dirán que hace parte de una cadena de maldiciones familiares. Pero si se hace, los grandes sabios afirmarán entre muchas otras cosas: la mamá lo consintió en exceso, fue víctima de un hecho traumático en su infancia, jugaba con muñecas o simplemente está de moda ser gay. Pues estimado(a) lector ni se nace ni se hace, simplemente se es ¡y punto!
2. Los hombres gais quieren ser mujeres: Hay un frecuente cuestionamiento sobre la virilidad de los hombres homosexuales, incluso en una pareja de hombres es común que se nos pregunte: ¿quién es el hombre y quién la mujer de ustedes dos? Y aunque el asunto no recae en feminizarnos, pues considero que muchos hombres deberían acercarse en algo al verdadero significado de ser mujer, más allá del concepto vulgar, misógino y violento sobre cual estamos acostumbrados a opinar: la mujer como objeto sexual; la cuestión acá será entonces aclarar que, como hombres, los gais no queremos ser mujeres, somos hombres que amamos a otros hombres, de hecho, lamentablemente muchos (no todos) pueden ser tan machistas como el más obtuso y radical macho.
3. Los hombres gais sólo piensan en sexo: Decir que no pensamos en sexo sería como negar la misma existencia de la humanidad. No obstante, las personas piensan que vivimos en función de ello: que no trabajamos, no pensamos, no mercamos, no dormimos. Y es que aunque exploramos de manera, por decir, más desinhibida nuestra sexualidad, sabemos y reconocemos que somos más que carne y que el hecho de ser gais posibilita incluir en nuestras relaciones el afecto, el amor, la compañía y el proyecto de vida como en cualquier pareja heterosexual, y claro también el sexo.
4. Qué desperdicio todos los hombres gais están buenísimos: ¿Buenos? Pues espero que sí, por dentro y por fuera. Todos los seres humanos nos construimos desde diferentes estéticas y formas de pensar. Algunos desde una lógica más consumista y occidental; otros quizá desde sus vivencias, sus costumbres, “su toque”. Lo cierto es que para todos los gustos y formas de pensar hay personas, y los gais somos eso: personas, seres humanos, tan diversos, tan imperfectos y, sobre todo, tan bellos como cualquiera.
5. En una relación de hombres gais siempre hay un hombre y una mujer: ¡No, no y no! En una relación homosexual hay dos personas amándose, construyendo vida y proyectos. Acaso, ¿habrá que ser hombre y mujer para poderlo lograrlo? ¿Cierto que no? ¡El amor es universal y no distingue genitalidades sólo corazones!
Entonces, ¿somos tan raros, aberrados o enfermos? ¿Acaso debemos estar aislados y ocultos? Parece entonces que somos tan extraños, anormales e imperfectos como todas las personas. Le propongo a usted que antes de hacer preguntas o juicios homofóbicos se acerque nos conozca y transforme sus prejuicios. ¡Vale la pena!