Es un lugar común, las encuestas no describen toda la realidad ni tienen valor predictivo; son una foto muy específica del momento, que como todas las fotos esconde tanto como muestra. Lo que se puede ver al día de hoy es un crecimiento sostenido en la intención de voto de cinco candidatos: Fajardo, Petro, Marta Lucía, Iván Duque y Humberto de la Calle, y otros dos candidatos cuyas perspectivas no parecen muy halagadoras, Vargas Lleras y Ordóñez.
En cuatro de los cinco casos de crecimiento sostenido es fácil identificar momentos específicos que potenciaron las campañas: la candidatura de Fajardo tomó especial fuerza una vez se anunció la coalición con Claudia López y Jorge Enrique Robledo y se confirmó su candidatura única en el grupo; las de Duque y Marta Lucía ganaron tracción con la consolidación de su alianza (y la de Duque al ser designado como candidato del CD), y la de De la Calle aún disfruta del impulso otorgado por el proceso de elección interna del Partido Liberal (el impacto real de la designación de Clara López como fórmula aún no se alcanza a notar en las encuestas).
Menos fácil es explicar el crecimiento sostenido de la intención de voto de Gustavo Petro, cuya campaña ha carecido de un momento de esta relevancia, o de las tendencias menos positivas de Vargas Lleras y de Ordóñez.
Sin embargo, quedan aún varios “momentos comunicacionales” dentro de la campaña que marcarán quiebres, y que empezarán a insinuar lo que hasta ahora las fotos no han mostrado. Desde luego, las elecciones de Congreso son tal vez el más importante de esos momentos en gran medida porque consolidarán o desvirtuarán algunas de las principales percepciones que ya están en el aire.
Por una parte, serán el momento de la verdad para Vargas Lleras, en torno a quien se ha construido una narrativa de que cómo su fortaleza está en la movilización política tradicional (maquinaria), es el tigre dormido de la contienda. Por otra, darán sentido de realidad a las aspiraciones de Petro y Fajardo, pues de no superar el umbral con sus listas la percepción sobre capacidad de transformar imagen en votos se verá fuertemente golpeada.
Al interior de la coalición de derecha se jugarán dos partidos, uno que definirá quién es el candidato y otro que ratificará o destruirá la impresión de que hay un equilibro político que favorece levemente a las fuerzas que representaban el No en el plebiscito. De no lograr el Centro Democrático una representación igual o mayor a la obtenida hace 4 años, la figura de “El que diga Uribe” podría empezar a verse menos viable.
Falta también que se definan las fórmulas vicepresidenciales que deberían sumar, además de maquinarias, en temas de intención de voto y ayudar a mejorar la imagen de los candidatos; y falta, desde luego, ver cómo se alinean los candidatos que a lo largo del camino se vayan desinflando, lo cierto es que de una campaña que hace unos meses presentaba 50 candidatos inscritos se puede esperar un tarjetón con cuatro o cinco candidatos reales (y dos o tres de relleno).
Por: Juan Camilo Dávila / @elcachaco
Asociado Senior
Burson Marsteller