Hoy ser político en Colombia, desafortunadamente para la mayoría, es sinónimo de malas prácticas. El Congreso de la República, un ente tan vital para la democracia, es la entidad más desprestigiada, los abusos de unos malos políticos terminan dejando por el piso una institución de la que se duda, al tiempo que desacreditan el trabajo de quienes realmente se esfuerzan por crear y cambiar las leyes que afectan la vida de los ciudadanos.
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El panorama parece poco alentador, las nuevas generaciones cada vez son más escépticas a involucrarse en política y a participar en los procesos democráticos frente a los cuales no sólo existe un derecho consagrado, sino también un deber, una obligación.
Por eso, el desafío es cambiar la idea arraigada que se ha venido forjando en la mentalidad colombiana sobre lo que significa ser político. No se puede comercializar un voto, ni esperar u ofrecer dádivas a cambio; debemos sacar de la política intereses particulares, debe reinar el bien común.
El primer paso para acabar con tanto desprestigio es, por supuesto, elegir bien, escuchar con atención las propuestas de los candidatos, votar por quien va de la mano con las ideas no sólo individuales, sino también colectivas. No olvidemos que un político tiene la obligación de representar los intereses generales con acucioso juicio, rectitud y honestidad.
Hoy el país necesita más políticos que recorran las calles escuchando y trabajando incansablemente para resolver necesidades. No hace falta un “títere” de aquellos que se auto adulan en público, tampoco le sirve a la sociedad quien se dedica a generar ruido en los medios de comunicación descuidando su responsabilidad.
El político debe considerar como suyos los problemas de la gente, y aunque parezca cuestión de sentido común, en Colombia abundan políticos que viven alejados de la realidad. La gente necesita cercanía con quien los representa, ver su trabajo, vigilarlo y trascender la época de elecciones a la vida cotidiana.
Tenemos un nuevo país que ya no está sumergido en la guerra y al que debemos impulsar para que siga avanzando, no nos podemos quedar en el pasado. Hay temas pendientes que requieren atención: salud, empleo y educación, hacen parte de las grandes necesidades que hoy tiene Colombia.
Recuperar la confianza será una larga tarea para quienes decidimos servir a la sociedad. Como político me exijo el próximo año debatir con argumentos, jamás con insultos en medios de comunicación o redes sociales; me exijo escuchar e intermediar para que tantas necesidades puedan ser resueltas; me exijo trabajar con resultados; me exijo seguir insistiendo en que vale la pena participar en los procesos democráticos que al final del día son los que afectan a todos.
Por: Horacio José Serpa