Así como Daniel Coronell aseguró: “Los periodistas son mejores que los medios”, por estos días los estudiantes de Periodismo y Opinión Pública de la Universidad del Rosario demuestran por qué son mejores que los profesores que les enseñan. El medio de comunicación de la carrera de Periodismo de la universidad autocensuró dos notas que hablaban de hacinamiento en la universidad y de acoso sexual de profesores a estudiantes, con la premisa de “no patear la lonchera”.
Cuando el país atraviesa un momento histórico que exige periodistas críticos, es un pésimo mensaje que la academia invite a los estudiantes a ser complacientes con el discurso institucional. Se supone que en una escuela de periodismo lo principal es la libertad de expresión, el diálogo abierto y el respeto. Por eso, como egresado y profesor de cátedra de la Universidad del Rosario me sentí avergonzado de mi alma mater al ver cómo los ideales del periodismo se derrumbaban cuando el medio de comunicación interno, Plaza Capital, retiró dos notas, las editó, ignoró a los estudiantes y luego, sin ningún espacio para dialogar, decidió “no renovar” el contrato del profesor.
Dicen que no es “despido” porque son autónomos de decidir a quién contratan; dicen que no es “censura” porque solo retiraron y modificaron las notas; dicen que es el “mejor” programa de Periodismo por los resultados en las pruebas Saber Pro y porque la mitad de sus profesores de planta son extranjeros. Pero ¿de qué otra manera se puede interpretar que retiren notas sin hablar con los estudiantes que las escribieron? ¿O que cancelen el contrato de un profesor que lleva dos años y medio vinculado con excelentes evaluaciones, y que lo único distinto que hizo este semestre es aceptar que sus estudiantes escribieran sobre acoso sexual y hacinamiento en su universidad?
Luego de tocar un tema sensible, como es el del acoso sexual, se esperaría que si el “castigo” para el profesor de la clase donde se produjo la nota fue no renovarle el contrato, debería ser ejemplar lo que se haría con los profesores que acosan sexualmente a sus estudiantes. La sociedad demanda mejores periodistas y desde la academia solo surgen críticas a los medios cuando les conviene dictar clases de ética, pero cuando deben aplicarla prefieren ser autoritarios, en vez de escuchar a estudiantes, profesores y egresados, y promover un diálogo abierto. (Pese a las cartas y mails enviados, nunca se escuchó la versión del profesor y de sus estudiantes. Pese a que se insistió en que el tema era ausencia de rigurosidad en las notas, nunca se aceptó que para ser publicadas, las notas pasaban por varios filtros).
Una colega que admiro escribió: “Esto comprueba que los discursos académicos van por un lado y las realidades por otro”. Un excompañero de universidad dijo que era “triste ver que hacen las cosas igual de mal que cualquier medio de pacotilla de este país”. La verdad es que aquí lo importante son los estudiantes y es triste que no existan canales de comunicación abiertos en una universidad que enseña periodismo; que los próximos periodistas se sientan decepcionados con su carrera por la manera en que los ignoran y que los egresados solo sean llamados en los procesos de acreditación, si y solo si están dispuestos a alabar las bondades de haber salido de un programa con tanto prestigio.
Sin importar la censura y las decisiones autoritarias, si la Universidad del Rosario evita que se hable de hacinamiento y de acoso sexual, existen todavía los medios de comunicación que se pueden integrar al debate, de manera abierta, libre y respetuosa. Ojalá ningún estudiante, egresado y profesor se decepcione de un oficio maravilloso, que está para servir a la sociedad y que, aunque sea incómodo, debe ser libre. Por ahora, yo pido más #DebateEnLaU, y a mis estudiantes les digo #GraciasTotales.