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El que diga… usted

En la teoría, ese mundo ideal que describen los académicos, los partidos políticos son canales que buscan agregar los intereses de las personas, que cumplen con la función de representar sus ideales, pretensiones y sueños ante las instituciones públicas, y mediante los que las personas escogen quién quieren que las represente en las elecciones.

En Colombia el proceso suele darse en el sentido contrario, quienes quieren hacerse elegir para un cargo de representación popular, crean un partido que se ubica ideológicamente donde mejor le conviene electoralmente y venden los intereses de sus gestores como los de los electores, con mayor o menor éxito.

Ante ese panorama de partidos basados en lo que digan sus dueños, en los que el líder es más importante que los ciudadanos de a pie, es refrescante ver que un partido, en este caso el Liberal, le apuesta a que sus decisiones internas se tomen mediante mecanismos democráticos, aun cuando eso tenga un costo tanto político como económico.

A la luz de las encuestas de todo el año, los dos candidatos han tenido comportamientos muy similares: imágenes favorables con tendencia a decrecer de manera sostenida en la medida en la que ganan mayor exposición, imágenes desfavorables con crecimientos bajos pero constantes y un crecimiento marginal en la intención de voto; destacando que en el caso de De la Calle, todos los indicadores (incluyendo la imagen desfavorable) se ubican en rangos significativamente más altos.

Si bien el exjefe negociador goza de la favorabilidad de la opinión pública, pareciera despertar menor interés en las bases del partido y en sus parlamentarios, que han acompañado mayoritariamente la candidatura de Cristo, quien gracias a la organización interna podría dar la sorpresa.

De la Calle cuenta además con la ventaja, no menor, de que se trate de una consulta abierta a toda la ciudadanía, y no sólo a los militantes del Partido Liberal; lo que ha permitido que figuras que históricamente poco y nada han tenido que ver con la colectividad, como Antanas Mockus, le expresen su apoyo e inviten a sus seguidores a acompañarlo en la consulta.

En ese escenario ideal del que habla la academia, la consulta del domingo debería ser o bien una consulta cerrada o una en la que todos los partidos definan sus procesos internos en simultaneo, de manera que cada ciudadano vote únicamente en la consulta del partido que lo identifica, lo que evitaría interferencias internas, como la que se registró en la selección del candidato conservador hace 8 años.

Poco es mejor que nada, al menos lo liberales deciden jugársela por la democracia interna y la institucionalidad, lo que es una apuesta arriesgada en un momento en el que los demás candidatos le están apostando a inscribirse por firmas por vergüenza de sus propias colectividades (o por oportunismo político), o a atacar a todo lo que suene a establecimiento como narrativa de campaña. Razón de más para acompañar esta consulta, como señal para los demás partidos y candidatos de que lo que se necesita es más democracia, en lugar de menos.

Por: Juan Camilo Dávila Díaz / @elcachaco

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