Sin excepción, todos tenemos un talento, un don e incluso tal vez muchos más. Hay quienes son abrumadoramente geniales y logran un desarrollo increíble de tales dones, convirtiéndose fácilmente en figuras de referencia dignas de admiración, alcanzando grandes niveles de éxito en el campo en el que se desarrollan. Pero si todos tenemos dones, ¿qué diferencia a quienes convierten sus dones en un éxito gigante del resto del mundo?
Muchos dirían que ese éxito se debe a que contaron con un mejor acceso a oportunidades, tuvieron otra educación o viven en un país mejor. Sin embargo, hay quienes han logrado construir grandes compañías, o llegar con su trabajo a cambiar la manera en la que vemos hoy el mundo empezando sin mayores recursos, algunos sin educación formal e incluso en medio de crisis económicas o hasta guerras, en cuyo caso lo único que tenían para empezar era una idea.
También están aquellos que pueden atribuir ese éxito a la suerte, y que sencillamente esas personas tuvieron un camino de rosas para llegar a establecerse como referente de éxito en sus actividades. Pero curiosamente no hay una sola historia de éxito en ningún campo en la que aquellas personas que lo lograron digan que todo fue fácil, o que sencillamente las cosas sucedieron por arte de magia para que de la noche a la mañana todo fuera mejor de lo esperado; normalmente existe una cantidad importante de dificultades, problemas, obstáculos y “derrotas” o “fracasos” previos a la consecución del éxito esperado.
Lo que realmente diferencia a aquellas personas que tienen un éxito gigante del resto tiene que ver con la manera en la que manejan en su interior los retos que tienen que enfrentar, la manera en la que asumen la vida, ya que entienden que cada dificultad guarda en sí misma una oportunidad de desafiar sus talentos, de aprender nuevas maneras de abordar la vida o una nueva forma de aplicar sus talentos. La gran diferencia es que quien quiere tener un gran éxito logra combinar sus dones con una inmensa pasión, convirtiendo esta mezcla en un potente catalizador para todo lo que hagan, permitiéndose ver la vida de una manera diferente aunque el panorama parezca poco alentador.
Y cuando más gris parece el camino, es precisamente cuando mayor tiene que ser la constancia en lo que hacemos, dado que si el talento llega a fallar, la disciplina puede llegarnos a rescatar. Y esa disciplina entendida como constancia para lograr un objetivo, para cultivar un talento, para potenciar un don o muchos de los que tengamos es lo que realmente puede marcar la diferencia en cada uno de nosotros; en otras palabras, es poder entregar nuestra pasión a nuestros sueños para convertirlos en realidad, y siempre, cada día, dar un poco más.
*Las opiniones expresadas por el columnista no representan necesariamente las de PUBLIMETRO Colombia S.A.S.