Hay quienes tienen una voz interior que les ayuda a reflexionar en momentos difíciles o de toma de decisiones, otros que, en cambio, al escuchar esa voz dudan de todo lo que viven, sienten e incluso de todo lo que son, pero hay otro tipo de personas que parecen tener un pequeño gran dictador que les susurra al oído y lo convierten en su voz interior, son esas personas que quieren tener absolutamente todo bajo control.
Quieren saber el “qué”, “cómo”, “cuándo”, “dónde” y “por qué” de absolutamente todo y así, con un espíritu investigativo extremo, pueden llegar a convertir su curiosidad en una obsesión por controlar hasta el más mínimo detalle de su entorno y de quienes lo integran, logrando que cualquier cosa fuera de lo que conocen o definen como “normal” se convierta en motivo de sospecha o sea una inminente amenaza para su estabilidad mental.
Esto aplica en todos los campos, hay padres controladores que prefieren juzgar a sus hijos antes de conocerlos o educarlos, imponiendo una ley de opresión para con ellos y creando lo que en el futuro se convertirá en una gran barrera para su relación; hay parejas controladoras que en vez de honrar el amor que dicen sentir a través de la confianza establecen todo un sistema de vigilancia argumentando preocupación por su pareja, en vez de ocuparse; o también hay jefes (y estos pueden ser muy molestos) que creen que tienen con su cargo la verdad absoluta y se niegan a ver más allá de la comodidad de su puesto, prefiriendo –por ejemplo– tener empleados mediocres porque le resultan confiables, a empleados inteligentes y creativos porque le pueden resultar amenazantes.
Lo que resulta común de estos y muchos otros ejemplos que podríamos encontrar es que normalmente aquellas personas que quieren tener todo perfectamente controlado en su entorno resultan tener muchos desórdenes en su interior, tales como un gigantesco miedo al cambio, por lo cual quieren que todo se mantenga estático y con esto fortalecen sus inseguridades, debilitando su autoestima.
No es posible tener el control de todo, no es posible realmente controlar nada de lo que nos rodea, y eso, lejos de ser aterrador, es maravilloso, porque despeja nuestra mente y nuestro camino para que podamos ver que todo control es una falsa ilusión y lo que sí podemos hacer, aquello que sí esta en nuestras manos, es decidir cómo reaccionar ante lo que vivimos y nos rodea, para que podamos enfocar mejor nuestra mente, nuestras ideas y todo lo que somos en aquellos propósitos que nos permiten acercamos a nuestra felicidad.
La vida puede presentarnos gran cantidad de circunstancias diferentes, algunas consecuencias (inevitables y tal vez inconscientes) de nuestros actos, otras simplemente resultado de una coyuntura particular, sin embargo siempre tenemos la posibilidad de entregarnos a las circunstancias, o decidir ser todo lo que podemos ser y superarlas; entendiendo que para lograrlo muchas veces es necesario entender que no necesitamos tener el control de lo que pasa afuera, sino conocer mejor todo aquello que tenemos dentro.
*Las opiniones expresadas por el columnista no representan necesariamente las de PUBLIMETRO Colombia S.A.S.