La OCDE rebajó las previsiones de crecimiento de la economía para 2018 y previó que este se situará en el 2,7 %, tres décimas menos que lo anunciado hace seis meses.
En su informe semestral de Perspectivas, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) apuntó que el incremento del producto interior bruto (PIB) evolucionará hasta el 3,2 % en 2019.
Justamente el presidente Juan Manuel Santos estará en París donde se reunirá con el secretario general de la OCDE, José Ángel Gurría, para firmar el acuerdo de ingreso del país a esa organización, aprobado el pasado viernes.
La OCDE alabó un refuerzo de las infraestructuras fiscales y de gasto junto a una mejora del paro y los indicadores sociales, pero destacó que la informalidad y la desigualdad siguen siendo altas.
Según su análisis, el crecimiento superior al 3 % en 2019 se apoya en tipos de interés más bajos y reducciones en los impuestos de corporaciones, en paralelo un mayor precio del petróleo que, en conjunto, ayudan a impulsar la inversión.
Además, la posibilidad de encontrar mejores socios comerciales permitirá un aumento de las importaciones.
Aunque la OCDE ve adecuada la política monetaria dada la inflación actual, que se espera que se acerque al objetivo del 3 % este año, señala que podrían necesitarse nuevos ajustes si las perspectivas de inflación siguen cayendo.
La organización apunta a un posible incremento en el gasto público para mejorar la calidad de la educación y estimular la productividad, y aconseja implantar medidas para reducir la brecha de género ampliando la cobertura de guarderías, en favor de un crecimiento más inclusivo.
La OCDE reconoce que ha habido mejoras en los últimos años sobre la informalidad laboral, pero recuerda que prácticamente la mitad de los trabajadores en las principales ciudades del país trabajan en negro y llama al Gobierno a dedicar mayores esfuerzos para solucionar la cuestión.
En ese sentido, aconseja reducir las cargas fiscales en los salarios y simplificar los procesos de afiliación a la seguridad social por parte de las compañías.
En el camino a un crecimiento más robusto, sugiere a Colombia impulsar reformas estructurales que respalden el desarrollo regional y las infraestructuras de transporte y aplicar políticas que permitan a los trabajadores adquirir nuevas habilidades.
El organismo confía en que el fin del conflicto armado en el país incida en una mejora del turismo.
Advierte además de que el crecimiento económico podría empeorar por una normalización de la política monetaria estadounidense, que reduciría los flujos de capitales, y una escalada de la inmigración desde Venezuela, por el gasto inmediato que implica.
«Bien gestionados, también podrían estimular las perspectivas de crecimiento», zanja en su informe.