Este martes, el país se despertó con la noticia de que el Papa Francisco había autorizado el primer paso hacia la beatificación del Siervo de Dios Rafael Manuel Almansa Riaño, quien durante muchos años fue capellán de la iglesia de San Diego en Bogotá.
Según el Vaticano, Almansa es un personaje con «virtudes heroicas» lo que lo permite ser nombrado como «Venerable», considerado como uno de los más importantes hitos para lllegar a convertirse en el segundo santo colombiano después de la monja antioqueña Santa Laura Montoya.
Según la Arquidiócesis de Bogotá, Almansa nació en 1840 en la capital del país, y debió sufrir la persecución de las órdenes religiosas por parte de Tomás Cipriano de Mosquera mientras hacía el curso de seminarista. Fue ordenado sacerdote en Pamplona en 1866, y desde entonces dedicó su vida a la fe católica.
Primero en Bucaramanga, y luego como miembro de la orden franciscana en Bogotá, Almansa fue un ejemplo de santidad para los feligreses, en particular para aquellos que atendían las misas en la, en ese entonces, remota iglesia de San Diego, actualmente ubicada en pleno Centro Internacional.
Su muerte, en 1927, fue un hito en la historia de la ciudad: más de 100 mil personas hicieron parte del cortejo del humilde sacerdote, que durante toda su vida usó el hábito de San Francisco en vez de la sotana.
El siguiente paso para impulsar la beatificación del padre Almansa es la comprobación de un milagro atribuible a la fe en su invocación. El proceso para la santificación de Almansa ante el Vaticano inició en 1997, impulsado por el sacerdote Álvaro Fandiño Franky.