Junior Algarra se formó como tecnólogo en gestión logística, en el Sena. A sus 25 años, para él no es extraño que lo rechacen en muchas vacantes laborales por ser sordo, aunque cumpla con el perfil que busca la organización.
Algo parecido le sucede a Natalia Herrera: su interés por estudiar en una universidad se frena cuando descubre que no hay intérpretes que hagan un ‘puente’ entre los profesores y los estudiantes con discapacidad auditiva
Entregamos hojas de vida y nos rechazan por ser sordos.
“En Cali tenemos una situación muy difícil a nivel laboral. Entregamos hojas de vida y nos rechazan por ser sordos. Nos podemos educar, el problema es que no hay oportunidades de trabajo para nosotros, cuentan los jóvenes.
A pesar de que desde el 2014 se decretó el cumplimiento de la Política Pública de Atención a la Discapacidad, que propone una responsabilidad intersectorial entre Salud, Educación, Trabajo y otros organismos locales, parece que Cali sigue estando en deuda con quienes tienen alguna diversidad motriz, cognitiva, auditiva o visual.
Es indispensable recibir educación si se quiere hablar de inclusión.
“En la política pública existe toda la normatividad, el problema es el cumplimiento. En el caso de los niños con discapacidad cognitiva, las instituciones educativas no están capacitadas para atender esta diversidad. Es indispensable recibir educación si se quiere hablar de inclusión”, explica la directora del Instituto Tobías Emanuel, Leonor Salazar.
La cantidad de personas con discapacidad reconocida en Cali sería suficiente para llenar tres veces las tribunas del Estadio Olímpico Pascual Guerrero o nueve veces la Plaza de Toros: unos 155.000 ciudadanos, según cifras de la Secretaría de Bienestar Social, que corresponden al 6,4 de la población total.
La calle, una dificultad
Si bien las garantías que las personas en situación de discapacidad o sus redes de apoyo le reclaman al Estado no se limitan a aspectos de infraestructura urbana como la construcción de puentes, este parece ser otro punto que Cali no logra superar en el listado que debería cumplir una ciudad incluyente.
“Hay muy pocos andenes con rampas para bajar a la calle. Además, las calles están llenas de huecos. Todo esto da cuenta de que Cali, como la mayoría de ciudades, no fue construida en torno a las necesidades de sus ciudadanos sino con base en el consumismo”, explica la psicóloga Daniela Trujillo, que apoya su desplazamiento con un caminador.
En las vías de la capital vallecaucana siguen existiendo inconsistencias urbanísticas como el puente peatonal de la calle 5, frente a la Universidad Santiago de Cali, conocido como el ‘Puente milagroso’ ya que en uno de sus extremos tiene acceso por rampa, pero al otro solamente hay escaleras. Tendría que suceder un milagro para que alguien en silla de ruedas pueda atravesarlo.
“Desde la accesibilidad universal se evalúan tres aspectos: el físico, relacionado con infraestructura; el movible, en el que están los vehículos de transporte, y el comunicacional, que son los lenguajes para dar información. La articulación de los tres permite eliminar las barreras y ofrecerle mayor autonomía a la persona con discapacidad”, añade Daniela.
Alcaldía hará evaluación
Con el fin de actualizar la Política Pública de Atención a la Discapacidad, la Secretaría de Bienestar social solicitó una evaluación del alcance que dicho ordenamiento ha tenido los últimos cinco años para dejarle una hoja de ruta a la siguiente administración. Por lo pronto, la líder de la dependencia sugiere que hace falta un cambio de enfoque.
Es necesario ver a las personas con discapacidad desde sus capacidades y no desde sus debilidades.
“Es necesario ver a las personas con discapacidad desde sus capacidades y no desde sus debilidades. En este sentido, es importante abrir más espacios de inclusión académica y laboral para esta población. Tenemos un gran camino por recorrer”, explica la secretaria de Bienestar Social, Carolina Campo.
La funcionaria añade que, sin embargo, los dos logros más grandes de esta política pública son haber organizado todos los procesos de la administración municipal relacionados con la discapacidad y lograr que 24 organismos de la Alcaldía incluyeran proyectos para los discapacitados.
“Hicimos un trabajo con el alto comisionado para la discapacidad, de la Presidencia de la República, y pactamos una labor conjunta con la Alcaldía para darle prioridad al tema de la discapacidad desde una mirada mucho más amplia. Lo importante es que la ciudadanía sienta que sí estamos haciendo el trabajo”, puntualiza la secretaria Campo.
Esta semana, el Departamento Administrativo de Planeación Municipal citó a los caleños a una mesa de trabajo para establecer los criterios de evaluación de la Política. Aunque se preveía que la mayor parte de asistentes tendría alguna discapacidad, los organizadores olvidaron llevar intérprete de lengua de señas. Junior, Natalia y sus demás compañeros sordos volvieron a poner en duda el concepto de inclusión.
- 22 comités locales de discapacidad existen en Cali, según la Alcaldía.
- 6,4% de quienes viven en Cali tienen alguna discapacidad.