Luego de hacer el análisis de una investigación internacional sobre medidas para prevenir el delito en las ciudades, el docente de la Universidad Icesi y Ph.D. en Políticas Públicas, Sergio Iván Prada, encontró que varias de las estrategias que resaltan los expertos coinciden con las que se están aplicando en Cali. Aumento del pie de fuerza, lo más importante.
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Usted analizó un estudio que se hizo en Estados Unidos sobre las políticas más efectivas en varios países del mundo para disuadir el crimen, ¿qué encontró?
En la investigación se exponen tres políticas que han funcionado en ciudades de Europa y América para prevenir o disuadir el crimen: el aumento del pie de fuerza (más Ejército y Policía en las calles), el endurecimiento de las penas para los delincuentes y la generación de más oportunidades laborales. En cuanto al primer punto, se concluyó que por cada incremento del 100% en el pie de fuerza puede haber una caída del 20% al 40% en delitos contra el patrimonio.
¿Podríamos decir que Cali va en el camino correcto para hacerle frente al delito?
La estrategia de seguridad en Cali está acorde con lo que ha funcionado en otros países. Se está empezando a incrementar el pie de fuerza y, con base en lo que estudiosos en el mundo han encontrado, esta es la medida más efectiva, lo que pasa es que es costosa. Por otra parte, el tema con el hurto de celulares, por ejemplo, es que el negocio no es tanto para el que los roba sino para el que los comercializa, a ese es al que hay que ir a atacar.
Además del aumento del pie de fuerza, también se han generado oportunidades laborales para los jóvenes. Sin embargo, endurecer las penas requeriría una reforma al código penal…
Claro, necesita un diseño, aunque está demostrado que esta medida solo funciona cuando los delincuentes reinciden, porque ellos al principio no están al tanto de las penas sino que se enteran cuando ya cometen el crimen. Lo que debería advertírseles es que si cometen un delito por segunda vez, el castigo será más fuerte; y si lo hacen una tercera vez, más fuerte todavía.
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¿Sugiere entonces que las penas en Colombia son blandas?
No creo que la cuestión sea que tengamos penas bajas sino que no todos los delincuentes son ajusticiados. Es decir, hay muchos casos en el que el delito no se denuncia formalmente o al implicado no se le puede aplicar la pena porque hay vacíos en el camino y el proceso termina siendo manipulable. En cuanto a los menores de edad, me parece que alguien que a los 15 o 16 años toma la decisión de ser sicario o de hacer algo muy grave, ya no es un niño…
¿Qué le parecen otras estrategias como el helicóptero de la Policía, que ya lleva ocho meses en Cali?
Siguiendo la línea de la estrategia más efectiva, el helicóptero es beneficioso en la medida en que les comunica a los delincuentes que alguien los está mirando. Esto es común y ha funcionado mucho en otras ciudades del mundo, incluso más pequeñas que Cali.
En cuanto a los homicidios, históricamente los barrios más violentos han sido los de estratos más bajos y con asentamientos humanos de desarrollo incompleto (invasiones). ¿Tiene algo que ver el factor sociocultural en el delito?
Pensar que ser pobre es sinónimo de delincuente o criminal es una generalización incómoda. Lo que sí se nota es que, cuando las oportunidades económicas son mejores, hay una disuasión de algunas personas que están al borde de cometer un delito. Puede que el hecho de vivir en una zona deprimida tenga relación, pero existen también otras características personales y temas familiares que hacen que alguien se incline por las conductas delictivas.
Todos los caleños critican a los delincuentes, pero en la calle, por ejemplo, compran DVDs piratas… ¿Hay una normalización del delito?
Mucha gente justifica sus ilegalidades con una racionalidad económica. En el caso de los DVDs, el argumento es que “el pirata me vale $2000, mientras el otro cuesta $20.000”. Nosotros somos extremadamente informales, nos saltamos las reglas de juego y lo vemos como algo normal. Eso permea la sociedad porque cada vez que uno rompe una regla y sale victorioso, lo sigue haciendo de nuevo. Hay cosas que parecen normales, pero son delitos.
¿Qué otra medida se podría implementar en Cali para hacerle frente a la inseguridad?
Sé que ya lo han intentado, pero hay que crear una forma en la que la gente que está presenciando algo inapropiado lo pueda compartir con las autoridades sin ese temor de que luego será llamada a dar declaraciones. En Colombia todavía le tenemos miedo a la confrontación con el delincuente.
Las estadísticas demuestran que delitos como los homicidios han mermado, pero la gente cada vez siente más miedo. ¿Cómo juega el tema de la percepción?
Aquí hay un gran problema y son las redes sociales. Cuando una persona ve en redes algo que le sucedió a uno de sus amigos, se hace más cercano el crimen y aumenta la percepción de inseguridad. Es muy difícil que la gente deje de compartir publicaciones de homicidios y hurtos, y eso definitivamente está dañando la percepción, a la vez que las cifras demuestran que las cosas están mejorando.
¿Cuál podría ser una ciudad modelo para Cali?
Quizá Nueva York. Allá se ve una presencia fuerte de la Policía en la ciudad.
Homicidios continúan en baja, mientras denuncias por hurtos incrementan
Según el Observatorio de Seguridad de Cali, entre el 1 de enero y el 3 de marzo del 2018 se cometieron 198 homicidios en la ciudad, la cifra más baja durante este periodo en los últimos 26 años, desde cuando se realiza el registro mensual. A su vez, esta cifra representa una disminución del 5.3% con respecto al mismo lapso del 2017.
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En cuanto a las denuncias por hurtos, datos preliminares de la Policía Nacional informan que entre el 1 de enero y el 28 de febrero del 2018 se registraron 5765 casos, 20% más que en el mismo periodo del 2017. Con 2558 denuncias, el hurto a personas es el delito más recurrente en la capital vallecaucana. Le siguen el hurto a celulares, con 1696 casos; el hurto a comercios, con 440 casos; el hurto de motos, con 422 casos; el hurto a residencias, con 381 casos; y el hurto de vehículos, con 268 casos.
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Hace dos semanas, la Alcaldía puso en marcha el Plan Fortaleza, con el que se busca mitigar el delito en la ciudad desde tres frentes: primero, atacar los puntos críticos en los que más se presentan delitos; segundo, desmantelar las bandas delincuenciales; y tercero, instaurar una lucha frontal contra el mercado negro de celulares. Para ello se destinó un grupo conformado por 400 policías, 50 miembros de la Policía Militar, 60 agentes de Tránsito y personal del CTI de la Fiscalía.
El pasado martes, el alcalde Maurice Armitage le solicitó al Gobierno Nacional 500 policías más para apoyar las estrategias de seguridad en Cali. Una semana antes ya habían llegado 150 uniformados, lo que hace que actualmente haya 7987 en el área metropolitana. Por su parte, la Secretaría de Seguridad y Justicia ha adelantado otros planes como la entrega de botones de pánico a comerciantes para que alerten a las autoridades en caso de emergencia.