Cali

Salud mental, un tema que debe estar en la cabeza de todos

Xiomara Peña* sabía que su compañero Daniel* había intentado suicidarse dos veces. Dos veces desde que compartían aulas en la Universidad del Valle. Y lo sabía porque él mismo se lo había contado en las múltiples conversaciones sobre sus ganas de ponerle fin a la vida. Entonces ella, en el debate interno entre la amistad y el deber profesional como futura médica, optaba por pedirle que le pusiera más cuidado a su diagnóstico de depresión y acudiera al psiquiatra.

Daniel se quitó la vida a mediados del 2017, meses después de que le hiciera caso a Xiomara e iniciara un acompañamiento profesional. “Supimos que un día, saliendo de la universidad, le robaron el maletín en el que llevaba los libros y sus medicamentos. Dejar de tomarlos pudo haber influido en su decisión. Esa vez él no le había contado sus planes a nadie, ni siquiera a los compañeros más cercanos, pero sí sabíamos que se incapacitaba mucho por su enfermedad”, recuerda la joven.

¿Qué pudo haber agobiado a este joven que estaba a punto de terminar su ciclo universitario? Si bien en un principio se relacionaron este y otro suicidio de estudiantes de la institución educativa con la carga académica del programa, la razón se cayó por su propio peso al comprobar que ambos tenían un buen desempeño académico. Daniel, incluso, estuvo entre los 10 mejores bachilleres del país por los resultados del Icfes antes de iniciar su formación como médico y cirujano.

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Ahora, su nombre hace parte del registro de suicidios en Santiago de Cali, que entre el 1 de enero y el 25 de noviembre del 2017 acumuló 105 casos, 16 más que en el mismo lapso del año anterior. Roger Collazos, psicólogo clínico adscrito a la Pontificia Universidad Javeriana, asegura que se trata de un fenómeno multifactorial: “En el suicidio hay muchas variables involucradas, puede haber componentes orgánicos, médicos, psicológicos y de historia de vida, así como también dificultades en la situación económica, falta de integración social o problemas de adaptación cultural”.

“Las personas que se quieren suicidar, en realidad no quieren morir. Quienes se suicidan tienen una emoción, una tristeza o una ansiedad muy intensa, sumada a una percepción de realidad desajustada que les lleva desesperadamente al suicidio como una manera más bien de querer desaparecer eso que les aqueja y no precisamente de morirse. Muchas veces lo que necesita el paciente es una ayuda psicofarmacológica para estabilizar el estado de ánimo y luego pensar cuáles son las circunstancias que están contribuyendo a ese síntoma”, añade el especialista.


El Sistema Nacional de Vigilancia de Salud Pública (SIVIGILA) reportó 949 casos de intentos de suicidio durante el 2016 en Santiago de Cali.


Cifras de la Organización Mundial de la Salud ubican al suicidio entre las 20 causas principales de mortalidad en el mundo. En su informe más reciente, publicado en el 2013, expone que cada 40 segundos se suicida una persona y que cada año la suma ronda el millón. En la población cuya edad oscila entre los 15 y 29 años, el suicidio es la segunda causa de muertes a nivel mundial. No obstante, la OMS enfatiza en que es una conducta prevenible ya que una gran parte de los suicidas padecen trastornos mentales tratables.

“Tenían una enfermedad psiquiátrica grave”

El director del programa de Medicina y Cirugía de la Universidad del Valle, Javier Torres, asegura que los dos estudiantes de la facultad que se han suicidado este año se encontraban en tratamiento por sus enfermedades mentales. “Estos muchachos tenían unas condiciones económicas casi que opuestas, pero no podemos decir que ese sea el factor porque hay otras condiciones de índole social que los afectaban más. Entiendo que uno de ellos tenía una familia muy distante y vivía solo, el otro sí contaba con su entorno familiar, pero los dos estaban con apoyo psiquiátrico. (…) Tenían de base una enfermedad psiquiátrica grave”, dice Torres.

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Ante la preocupación por los casos registrados en la Facultad de Salud de la Universidad del Valle, se adecuó una oficina de Bienestar Universitario que antes existía únicamente en la sede principal, lejos de los estudiantes de Medicina y otras ciencias de la salud. Allí, cuenta el doctor Torres, permanecen un trabajador social y un psicólogo prestos a atender consultas psicológicas y emergencias psiquiátricas todos los días. No obstante, PUBLIMETRO visitó el lugar para hablar con los profesionales y estaba cerrado en su horario de atención.

En otras universidades como la Javeriana y la Icesi, los estudiantes reciben un acompañamiento desde primer semestre para apoyar su proceso adaptativo y procurar su bienestar no solamente en el campo académico. Uno de los grupos más tenidos en cuenta es el de los jóvenes que vienen de otras ciudades, pues su llegada a un nuevo espacio, acompañada de la transición entre el colegio y la universidad, puede generarles miedo e incertidumbre.

“Para los muchachos de otras ciudades tenemos un programa que se llama Estás en casa, con el que buscamos identificarlos y generar una gran red de apoyo. Como sabemos que están solitos en Cali y eso les puede afectar, los fines de semana armamos salidas a cine o al Cerro de las Tres Cruces con el fin de que se integren más. Para los estudiantes nuevos, en general, lo más duro en este proceso de adaptación tiene que ver con las nuevas relaciones, hábitos de estudio y la organización del tiempo”, cuenta Ana Cristina Marín, directora de Desarrollo Humano y Salud Integral de Bienestar Universitario Icesi.

Autoagresiones, otra preocupación

En julio del 2017 y a través de la Corporación Sujetos Colectivos, la Secretaría de Salud Pública de Cali inició un programa piloto para prevenir y atender la violencia autoinfligida en 10 instituciones educativas de la ciudad, ubicadas en las comunas y corregimientos con mayor registro de intentos suicidas según el Observatorio de Salud Mental. En ellas se lleva a cabo un trabajo con los estudiantes de bachillerato para que aprendan a reconocer y a manejar sus emociones. Paralelo a esto, a las directivas y a los padres de familia se les instruye sobre señales de alerta que deben tener en cuenta para prestar pronta atención a los jóvenes.

“El suicidio y otras violencias autoinfligidas como el cutting (cortarse la piel) pueden tener muchas causas porque los seres humanos somos complejos. Sin embargo, observamos que son más propensos los chicos cuyos derechos han sido vulnerados. El abuso sexual, por ejemplo, ha tenido un impacto muy fuerte en el tema de las autolaceraciones, y la relación entre eso y el suicidio es muy cercana. En esos casos buscamos una articulación directa con el servicio de salud”, asegura Óscar Acero, psicólogo y coordinador del Programa de Prevención y Atención de la Violencia Autoinfligida.

Rutas de atención

A nivel nacional, la ONG Corpolatin tiene disponible la línea gratuita 106, que funciona todos los días entre las 8:00 a.m. y las 10:00 p.m. En ella, un equipo de profesionales en el área de atención psicosocial escucha a niños, jóvenes y adultos que necesitan apoyo emocional o que simplemente quieren ser oídos. La atención de Corpolatin se extiende a una línea de WhatsApp, 3156984482, y al correo lineal@lineainfantil106.org. En el 2016, la organización atendió 12.473 consultas por sus tres canales.

*Nombres cambiados por protección de identidad

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