Cada mes, un grupo de mujeres desfila por la alfombra rosada que se tiende en un banco ubicado en el barrio Tequendama. Las sonrisas y a veces lágrimas tienen un motivo: acaban de recibir un préstamo. Pero no existe relación alguna con obligaciones financieras. Lo que allí reciben es el préstamo de una peluca y una asesoría de imagen que les permite lucir hermosas, renovadas y sin pena de salir a la calle. Son pacientes con diagnósticos de cáncer, en su mayoría de mama y de cérvix, que gracias a Funcancer han podido ser beneficiarias del Banco Solidario de Pelucas y tener más fuerzas para continuar con sus tratamientos.
Para María Cecilia García, gerente de la institución, el asunto es simple y necesita una reacción pronta: “A la segunda aplicación de la quimioterapia, las mujeres empiezan a perder el cabello, cejas y pestañas. En dos o tres meses ya no tienen nada. Cuando se ven así se les baja mucho el autoestima, no quieren salir, sus hijos se impactan. Por eso nació la idea de crear el Banco Solidario de Pelucas, que se nutre de las donaciones de cabello y la labor de pacientes sobrevivientes que, de forma voluntaria, se reúnen cada semana a tejer las pelucas”, dice.
Además del préstamo de las pelucas, las beneficiarias reciben una asesoría de imagen que incluye corte de su nuevo cabello y maquillaje del rostro. Luego, el desfile por la alfombra rosada para celebrar la nueva apariencia; luego, la sorpresa de las familias al verlas así; y luego, siempre, la lucha firme para seguir combatiendo la enfermedad. Como es un proceso complejo, Funcancer ha enmarcado el proyecto del Banco Solidario de Pelucas en el programa de Autocuidado, género y desarrollo humano, que el último miércoles de cada mes brinda talleres gratuitos para que las pacientes aprendan temas de interés sobre la enfermedad, nutrición saludable, armonía interior, autoimagen y demás.
Para quienes aún no necesiten usar pelucas o quieran alternarlas hay talleres de turbantes, mágicos nudos con una chalina que permiten llevar un look diferente en la cabeza al mejor estilo asiático o de ejemplos criollos como Piedad Córdoba. Estos también son dictados por pacientes voluntarias que saben cuán difícil es levantarse cada día y encontrar mechones en la almohada mientras el cuero cabelludo se va quedando vacío.
“A las mujeres les enseñamos los cuidados que deben tener con la peluca. En la ceremonia no solamente reciben un cabello sino que tienen una transformación para afrontar la problemática del cáncer… Pero no solo se transforman ellas, también nos transforman a nosotros porque nos enseñan a valorar más las bendiciones que todos los días encontramos en el camino, a amarnos y a aceptarnos como somos”, cuenta ‘París’, asesor de imagen de la fundación.
Al Banco Solidario de Pelucas pueden presentar solicitudes todas las mujeres diagnosticadas con cualquier tipo de cáncer, sin importar cuál sea su régimen de salud.
La solidaridad que no falla
En un día, no menos de cinco personas se acercan a Funcancer con el objetivo de donar cabello. Deben ser colas o trenzas de mínimo 25 centímetros, empacadas en bolsas con cierre hermético (tipo Ziploc) y acompañadas de un aporte mínimo de $10.000 para el lavado y desinfección. Las que más donan, cuenta la gerente, son las niñas y adolescentes que se solidarizan con la causa. “Hemos tenido casos de hombres que se dejan crecer el cabello por años únicamente para donarlo, se ve mucha solidaridad en las personas”, añade.
Por eso, lo que más necesita la fundación no son aportes de cabello sino de recursos económicos que permitan costear todo el proceso de elaboración y establecer un pago para las 20 voluntarias que cada martes donan su tiempo y trabajo. En total, del Banco Solidario de Pelucas se han beneficiado unas 85 mujeres que, tras una cita con la trabajadora social para establecer la necesidad real y a cambio de un depósito, reciben el cabello con el compromiso de devolverlo en perfectas condiciones un año después, cuando hayan terminado el tratamiento oncológico.
Entre enero y julio del 2017, 379 mujeres en Cali fueron diagnosticadas con cáncer de mama. La tasa de mortalidad a nivel nacional por esta enfermedad es del 14%.
Las pelucas tienen distintos estilos: monas, crespas, lisas, cabello corto, rayitos, canas y rizos. Cuando una mujer asiste a la entrega unos días después de haber presentado la solicitud, los asesores de imagen y estilistas le piden que comparta una foto de cómo era antes cuando tenía cabello. Así, buscan la peluca que más se acomode a su estilo teniendo en cuenta también el color de ojos y el color de piel. Fotos del antes y del después. Sonrisas que no se pueden disimular. Un renacer, una esperanza. Un nuevo rostro en el espejo.