AYUDE AL VIOLINISTA
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RECURSOS PARA IR A ITALIA
Si quiere aportar fondos para que Mario* pueda viajar a Italia, puede comunicarse al número celular 3152373737. La señora Sandra Liliana Enriquez de la Fundación Sonrisas es la intermediaria oficial para atender el caso.
Todo se puede conseguir viendo la vida con una cara buena. El virus no significa que no podemos hacer nada. Lo que uno quiera y se proponga lo puede lograr. Quiero que la gente entienda que VIH no es muerte ni discapacidad». MARIO*, PORTADOR DEL VIH
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Mario* conoció el amor de su vida a los cuatro años. Ese día lo recuerda como si hubiese sido esta misma semana, aunque ya han pasado casi dos décadas desde entonces. Aquél día escuchó por primera vez un violín.
“A Dubier y a mí nos bautizaron para que fuéramos al cielo por si nos moríamos. Para la misa, que celebraron en la misma capilla de la Fundación donde vivíamos, ahí en San Antonio, contrataron una violinista. Ella entró vestida de negro, muy seria, y comenzó a tocar. Apenas escuché ese sonido, me conecté con el instrumento y supe que eso es lo que quería hacer el resto de mi vida”.
Para ese tiempo, año 1996, el VIH era todavía una enfermedad que llenaba de miedos e incertidumbres la opinión pública en la capital del Valle del Cauca. Tanto así, que los vecinos de San Antonio instauraron acciones para hacer mover la Fundación donde Mario y Dubier vivían.
De hecho, el desconocimiento era tal que las autoridades sanitarias de Cali creían que niños como ellos morían alrededor de los diez años de edad. Por eso, por esa aparente cercanía con la muerte, ambos niños fueron bautizaron aquél día, cuando Mario conoció el amor.
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“Cuando tocaba se ella veía feliz. Se veía que el sonido la conectaba con la alegría, con algo que nosotros ahí no veíamos mucho. El sonido le cambió su rostro, su forma de mirar. Mientras estaba tocando era otra persona, tenía otra vida. Porque eso es el violín: vida. Y eso es lo que no teníamos en ese momento”.
Hace una pausa y se acomoda el pelo con sus manos gruesas y alargadas. Sus brazos son firmes y magros, con algunas venas que logran marcarse bajo la piel morena. Hoy en día, Mario tiene 23 años. Sin embargo, Dubier, el otro niño con VIH que fue bautizado con él, no pudo con la enfermedad.
“Quiero compartir mi testimonio de vida y mi proceso viviendo con el virus del VIH desde que nací, para que las personas conozcan la verdadera cara de los que padecemos esto y todo lo que podemos hacer”. Pero, ¿cómo es crecer y vivir con VIH?
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En el ámbito de la física y la ingeniería, la resiliencia es la capacidad que tiene una pieza metálica de deformarse y doblarse, sin romperse. Algo así como la capacidad que tiene un resorte de estirarse sin perder la forma y, una vez se deja de halar, volver a su estado original.
En el ámbito de la psicología, la resiliencia es también la capacidad que tienen los seres humanos de asumir con flexibilidad situaciones que los llevan hasta el límite, adaptarse y luego sobreponerse a ellas. Algo así como esa capacidad milagrosa que tiene Mario de levantarse todos los días, tocar su violín y sonreír, sin dejarse aplastar por haber nacido con el virus del VIH.
De hecho, no es que haya nacido con el VIH, precisa Mario mientras trae a colación la resiliencia, su palabra favorita. “En el momento del nacimiento logré nacer sano, pero mi mamá, quien padecía el virus, me contagió con la leche materna. Por desconocimiento, ella me trasmitió el VIH alimentándome”.
La transmisión vertical, como se le conoce a cuando una mamá le pasa el VIH a su hijo, ocurre el 70% de las veces cuando los partos son naturales, según explica Mario. “Por eso, hoy en día se recomienda que los nacimientos sean con cesárea… La mamá también lo puede contagiar a uno con leche, pues en la boca del bebé hay muchos canales por los que se puede meter el virus”.
Por el VIH, Mario perdió a su madre y a su padre. Durante toda su vida, desde los dos hasta los 18 años, estuvo vinculado al Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (Icbf) y anduvo de casa en casa, entre hogares sustitutos y viviendas de personas que le tendieron la mano y lo cobijaron.
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Pero también por el VIH conoció el violín. Lo estudió durante diez años en el Conservatorio Antonio María Valencia, de donde se graduó como músico intérprete con énfasis en violín y piano, y ahora, después de mucho sacrificio y disciplina, enseña lo que sabe y le apasiona a un puñado de niños en Cali y a otros 130 en una prestigiosa institución educativa de la región.
“El VIH para mí no ha sido sinónimo de muerte, sino que ha sido un ‘plus’. Yo no conozco cómo es vivir sin VIH. Pero esto me ha enseñado a ser responsable, a cuidar de las otras personas y a disfrutar cada momento. También he aprendido que puedo enseñarle a otras personas que con esto se puede vivir y se puede tener un proyecto de vida”, dice Mario.
Ahora, la vida parece sonreírle más que nunca. Gracias al apoyo de la familia de una niña que vivió con él en uno de los hogares sustitutos donde estuvo cuando era niño, Mario consiguió la visa Schengen para ir a Italia y poder especializarse en interpretación musical, todo pago por ellos.
“Dios ha hecho todo por mí. Ahora, solo me toca conseguir los recursos para comprar el tiquete aéreo para irme, pero estoy en ese proceso, muy emocionado. Todo ha salido tan bien, que en Italia tengo ya garantizado el seguro en cuestión de medicamentos para el VIH”, cuenta Mario.
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Todos los días, Mario toma tres cápsulas más grandes que un frijol verde, como parte de un tratamiento a base de Efavirenz-Stocrin, recetado desde que tiene 12 años. Una en la mañana y las otras dos antes de dormir. Las toma a esa hora porque son muy fuertes y lo dejan agotado y soñoliento. Mantener el VIH a raya no es fácil, pero él ha logrado que el virus sea indetectable en su organismo.
Y lo hace porque el violinista sueña con tener una familia. Sí. Mario, quien ha tenido dos novias en sus 23 años de vida, explica que para personas como él también es posible. “Mi sueño es tener la familia que no tuve. Ya no la voy a tener como hijo, pero la voy a tener como papá y como esposo. Eso es lo que sueña cualquier niño del Icbf, y el virus no va a ser un impedimento. Ya a nivel científico es muy seguro que con buena adherencia al tratamiento y cuidándose, se puede concebir un niño que nazca sin VIH”.
Entre sus pertenencias más preciadas, Mario aún conserva su primer violín, con el que comenzó esa relación amorosa y musical que ahora lo tiene a punto de irse a Europa. “Cuando tenía cinco años y apenas comenzaba a estudiarlo, en navidad me regalaron de Niño Dios un violín chiquitico, que en ese tiempo hasta era más grande que yo… Todavía lo estoy guardando, para cuando tenga un hijo, en un futuro, regalárselo y que lo toque”.
*NOMBRE CAMBIADO POR SOLICITUD DEL ENTREVISTADO.
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