Comercios cerrados y una circulación de personas y automóviles relativamente baja, pero no inexistente. Bogotá enfrenta así la primera de cuatro nuevas jornadas de cuarentena estricta, una de las medidas regionales que rigen desde este viernes en Colombia para luchar contra el crecimiento de la covid-19. Bogotá vuelve a cerrar comercios para luchar contra segundo pico de covid-19.
Con las camas de las UCI ocupadas a más del 85 % y casi un tercio de los casos totales situados en la capital, la alcaldesa de Bogotá, Claudia López, declaró ayer la alerta roja en la ciudad y en el sistema hospitalario, así como la restricción total de la movilidad desde la medianoche del jueves hasta las cuatro de la mañana del 12 de enero.
«En general el balance (de la jornada) es positivo para lo que esperábamos, y con el transcurrir de los días se va a reducir aún más la presencia de gente en las calles», explicó confiado a Efe el subcomandante encargado de la Policía de Bogotá, coronel Guillén Amaya.
A pesar de la «buena respuesta de la gente», como calificó el coronel, también se produjeron algunos incidentes, como una de las dos fiestas ilegales, con más de 70 personas, que la Policía desalojó esta mañana.
ZONAS COMERCIALES DESIERTAS
Las medidas de restricción se han notado significativamente más en centros y espacios comerciales que en los barrios, cuya actividad se asemeja más a un día no laborable, que a una jornada en la que cualquier movimiento no esencial está prohibido.
En la calle 11 con la carrera 11 se venden habitualmente osos de peluche, patines y material deportivo y escolar, pero las tiendas de esta vía central del mercado de San Victorino, en la capital, permanecen desiertas, sin más presencia que algunos guardias de seguridad.
Normalmente estas calles, que forman parte de uno de los núcleos con mayor actividad comercial de la ciudad -y del país- serían intransitables, plagadas de compradores apresurados y puestos ambulantes.
«Es una medida que afecta nuevamente al comercio, pero ante la velocidad de los contagios es una medida que debería ser a nivel nacional y por un tiempo específico», dijo a Efe Angélica Leguizamón Jaramillo, gerente del Centro Comercial Visto, en San Victorino.
No son de la misma opinión los comerciantes ambulantes del centro de la ciudad, como Griserio Villanueva, que acudió como cada mañana a vender sus coroteros (trastos), pero la Policía le obligó a marcharse.
«NOS TOCA AGUANTAR HAMBRE»
«Siempre que la alcaldesa impone cuarentena, nos toca aguantar hambre porque no nos dejan trabajar», critica este vendedor callejero, que junto a una veintena de compañeros fue a protestar a la sede municipal, en la céntrica Plaza de Bolívar, que hoy sólo es visitada por palomas.
«¡Cuatro días la alcaldesa no aguanta sin comer! Ella tiene asegurada su comida, nosotros no. Si nos revisan las cocinas de nuestras casas, no tenemos ni un kilo de arroz», consideró Villanueva.
La alcaldesa anunció hoy un nuevo paquete monetario de ayudas para 217.000 familias vulnerables que residen en seis localidades afectadas por una cuarentena que lleva vigente desde principio de semana y se extenderá por 14 días más.
MEDIDAS EN TODO EL PAÍS
Colombia volvió a batir ayer el récord de casos positivos de la enfermedad, con 17.576, y pasó la barrera de los 45.000 muertos por la covid-19.
Junto a Bogotá, la segunda región que más nuevos contagios registra, el departamento de Antioquia, impuso también en su capital, Medellín, una cuarentena que comienza hoy a las 19.00 e irá hasta el martes 12 de enero a las 5.00, para intentar aliviar la carga hospitalaria que mantiene las UCI ocupadas al 87 %.
Además, todas las ciudades con más del 70 % de sus UCI completas, aunque no están confinadas, están desde anoche con toques de queda cuyo horario varía por zonas y con restricción de las reuniones públicas y privadas, para intentar contener el segundo pico de la enfermedad en el que está inmerso el país, que ya acumula 1.737.347 contagios.