Las jornadas de limpieza en el caño de la carrera 30 con calle sexta, desde que se ubicaron allí los habitantes de calle, son casi diarias. Los funcionarios de Aguas de Bogotá, con bolsas y palas en mano, recogen la basura que estas personas dejan a su paso.
“Acá se encuentra ropa y materia fecal”, dice uno de los empleados que viene cada ocho días a limpiar el caño. Mientras el carro-tanque rocía agua a las pocas plantas que quedan en el lugar y se recogen los escombros, los habitantes de calle que aún están allí se esconden debajo del puente. Como si fuera una cueva.
Sí, hay y huele a materia fecal. Hay partes de impresoras desvalijadas y tenis quemados usados para el consumo de drogas, montones de ropa y mucha basura. “Nosotros llegamos a un punto, porque hacia donde están ellos no podemos llegar. Usted de allá no sale vivo, por eso es que ni los policías entran porque les quitan el fierro y los matan”, comentó otro de los funcionarios.
El interior del caño contrasta con una especie de jardín vertical que hay en las paredes del puente que cubren el canal. A medida que el carro tanque se mueve, los habitantes de calle salen de a poco, uno a uno, buscando entre la basura lo que se pueda reciclar, lo que se pueda comer o consumir.
Los habitantes del sector bloquearon el miércoles en la mañana la carrera 30 pidiéndole al alcalde Enrique Peñalosa que tome cartas sobre el asunto. Aún esperan el pronunciamiento del mandatario.
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