“Con los sistemas silvopastoriles no buscamos crear un bosque completamente, sino lograr una armonía entre producción y conservación”, Jenny Trilleras, profesora de la U.D.C.A.
De la Reserva Forestal Thomas van der Hammen tal vez se ha dicho todo: que en ella habitan cientos de animales y especies vegetales que se deben proteger, que tiene 1395 hectáreas, que solo tiene potreros (porque de verdad los tiene) y que en una parte de ella se quiere construir.
Todo cierto. Sin embargo, son pocos los que han entendido en realidad cuál sería el impacto para el ecosistema si se levanta un solo ladrillo sobre ella. Cuando se ve a la reserva de cerca, o por lo menos en fotos, se aprecia un paisaje que es vital para garantizar la sostenibilidad de la Sabana de Bogotá, o sea para que no nos sigamos ‘asfixiando’ en cemento.
Aquí es donde la política y la ciencia se debaten, pues es en los potreros que hay en la reserva donde se construiría y podrían vivir 250.000 personas, según el alcalde Enrique Peñalos. Pero esos potreros también se podrían restaurar para hacer mas sostenible el ecosistema de la Van der Hammen.
En el plan de manejo ambiental creado por la CAR en 2014, de las 1395 hectáreas que tiene la reserva 108 son de vegetación y recursos hídricos, el resto tiene construcciones o hay potreros. Aunque ese mismo plan plantea que esa área se debe restaurar y rehabilitar.
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ALTERNATIVAS
Los ecologistas plantean que la reserva se debería convertir en un espacio de interacción con la naturaleza. De hecho, se habla de iniciar un proceso de restauración de los potreros mencionados por el alcalde en algún momento.
Así lo plantea Jenny Trilleras, doctora de Ciencias Biológicas de la Universidad Nacional Autónoma de México y profesora de la Universidad de Ciencias Aplicadas y Ambientales, U.D.C.A, quien propone convertir esta zona en un ecosistema silvopastoril, en otras palabras, hacer de un potrero algo más sostenible.
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“Esos sistemas promueven la incorporación de especies vegetales dentro del ecosistema; entonces las vacas siguen ahí, pero está el beneficio de plantar algunas especies de árboles que pueden formar un pequeño bosque y de esta forma ayudamos a mantener la conectividad de la zona”, comentó a PUBLIMETRO.
Por supuesto, todo esto es un proceso, se necesita de años para restaurar un ecosistema de este tipo, pero Colombia ya cuenta con varios casos exitosos en donde se han implementado los sistemas silvopastoriles. “En el país está el caso de Río la Vieja, entre Quindio y Valle del Cauca, en donde 3 mil hectáreas fueron transformadas a sistemas silvopastoriles y se recuperó el 70% de del área. A la par de esa transformación física, la mente de las personas cambia porque la gente piensa que el potrero son las vacas y ya, y eso no es así. Tenemos que lograr es una integración”, agregó.
La restauración e implementación de los potreros debe hacerse con ayuda de la administración distrital, todo esto conlleva a generar acuerdos con los propietarios de los predios; luego estudiar en qué condiciones se encuentra la tierra, qué especie se puede plantar allí y ser paciente.
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“Con los sistemas silvopastoriles no buscamos crear un bosque completamente, sino lograr una armonía entre producción y conservación”, enfatizó Trilleras. Aunque el proceso tarde se convertiría en una inversión no solo para conservar el ecosistema de la Sabana de la ciudad, sino en la calidad de vida de los capitalinos que se han visto rodeados de cemento.
Ciudad Paz, la propuesta de Peñalosa
La propuesta del alcalde es construir Ciudad Paz, un lugar que ayudará a disminuir el déficit de vivienda por el que está atravesando la ciudad, según la administración actual, y que tendrá grandes parques lineales, avenidas exclusivas para el trasporte público y para bicicletas, y espacios verdes para Bogotá.
Una parte de Ciudad Paz se llevaría a cabo en la reserva, luego del proceso que debe hacer la administracion actual de presentar los estudios a la CAR que demuestren que sí se puede construir. Peñalosa aseguró que el 7,8% de la Van der Hammen, o sea las 108 hectáreas protegidas, se conservarán si hay un eventual proyecto.
Un panorama si se construye
Si se construye en la Reserva, integrada por el Bosque de Las Mercedes, una parte del Humedal y los cerros de La Conejera, Humedal de Torca y Guaymaral y el Bosque de las Lechuzas, y ubicada entre las localidades de Usaquen y Suba, se perdería la conexión que existe en el lugar. Traduzca esta conexión como si tuviera un jardín por donde pasan constantemente mariposas, aves y agua; un jardín necesario para que su casa se vea vital y bonita.
“Cuando se eligieron las 1395 hectáreas, delimitadas por la CAR en el acuerdo 011 del 2011, es porque ahí existe la conectividad entre los pequeños ecosistemas naturales que integran la reserva y que funcionan como un sistema para las distintas especies que hay en el sitio. Entonces al fraccionarse alguna parte de ese ecosistema, se fracciona todo. Esas 1395 hectáreas son el pulmón que necesita la ciudad para temas de cambio climático y contaminación”, comentó a PUBLIMETRO Gonzalo Andrade, profesor del Instituto de Ciencias Naturales de la Universidad Nacional.
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En otras palabras, la reserva es la casa de cientos de pájaros, aves acuíferas, mariposas e insectos, además de varias especies vegetales que se quedarían sin hogar prácticamente si se construye allí, según los estudios que se han realizado.
No es solo el tema de la flora y la fauna, también está el agua subterránea que se encuentra en la Van der Hammen y que hace de ésta una zona húmeda, así sea temporada seca. “Encontramos que los suelos de la reserva son profundos, ricos en materia orgánica y en productos minerales derivados de cenizas volcánicas que trajeron los vientos en las erupciones pasadas de la cordillera Central. Por lo tanto, son suelos productivos y están considerados como unos de los mejores del país”, comentó Sergio Gaviría, profesor del Departamento de Geociencias de la Universidad Nacional, sobre el estudio que realizó del agua que hay en la reserva.
El agua que está en la reserva alimenta y conecta los Cerros Orientales con el Río Bogotá y los humedales, además de permitir actividades agropecuarias. Para Andrade es ilógico que se tenga que demostrar que se pude construir allí, “Hay 51 proyectos de investigación que se han desarrollado desde 1801 hasta el 2016 en la reserva y cada vez se encuentran más cosas en la VDH, donde el 33% del territorio es una zona de restauración del ecosistema”, añadió.
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Eso quiere decir que el 33% del ecosistema hay que volverlo a sus condiciones naturales, en donde vuelvan a crecer bosques y no paredes de concreto. Pero el tema de la reserva no solo se trata de los amínales y la vegetación, sino que se debe impulsar su protección por la calidad de vida que le puede otorgar a los bogotanos.
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