"Era muy raro. No entendía qué pasaba, yo nunca había oído hablar de la henna negra".
La británica Mary Bates estaba tumbada en la playa durante sus vacaciones en Turquía en 2015, cuando una mujer le preguntó si quería hacerse un tatuaje de henna.
Nunca antes se lo había hecho pero le gustaron los dibujos y decidió hacerse un atrapasueños en el tobillo. Tenía entonces 16 años.
"A la hora, algo empezó a ir mal", recordó en declaraciones al programa BBC Three.
"Todas las líneas empezaron a levantarse y de ahí fue a peor y a peor. Después de unos días empezó a exudar y se me cayeron grandes trozos de piel".
Lo que Mary estaba experimentando era una reacción alérgica a la llamada "henna negra": una variedad potencialmente tóxica de este tinte natural y temporal que tradicionalmente se utiliza en Medio Oriente, Asia y el norte de África para decorar la piel, sobre todo antes de la celebración de una boda; o para teñir el pelo o pintar las uñas.