Pocos días atrás falleció atragantada en un restaurante de Canadá Suman Virk, una mujer que luchó incansablemente para acabar con el acoso escolar—o bullying— entre adolescentes. Comenzó su campaña después de que su hija, Reena, fuera asesinada por sus compañeros. Y lo hizo perdonando a uno de los culpables.
En junio de 2007, 10 años después de que Warren Glowatski matara su hija, Suman Virk se acercó y le dio un abrazo.
Después Glowatski, a quien le acababan de decir que pronto saldría de prisión, le dio un apretón de manos al marido de Virk, Manjit.
No era la primera vez que se encontraban. Los Virk habían asistido a su juicio y, después, en el sótano de una iglesia, habían participado en una sesión de justicia reparadora, en la que la familia de las víctimas y los delincuentes se encuentran cara a cara.
Allí, Glowatski se disculpó por haber matado a su hija Reena, de 14 años.
Grupo violento
En noviembre de 1997, él formaba parte de un grupo que siempre andaba con Reena.
Algunos de sus integrantes comenzaron a molestarla, mientras que otros solo los acompañaban. La mayoría de quienes la atacaban eran niñas y la mayor solo tenía 16 años.
En el ataque inicial bajo un puente la quemaron con cigarrillos, la golpearon y le prendieron fuego a su cabello.
Después, Glowatski y Kelly Ellard, de 15 años, la siguieron y comenzaron a pegarle, hasta dejarle heridas graves en la cabeza. Después la tiraron al río, donde Reena se ahogó.
Cuando liberaron a Glowatski en 2007, Suman Virk habló de la importancia de perdonarlo.
"Él era un niño enojado y asustado que estaba intentando probar algo de una forma negativa", le dijo Virk a la prensa.
"Hoy estamos viendo a un hombre joven que ha tomado responsabilidad por sus acciones y que está tratando de remediar el mal que hizo".
El mensaje de Virk fue repetido por toda Canadá esta semana, después de que falleciera, a los 58 años.
Una idea "impensable"
Varios aspectos del asesinato de Reena despertaron indignación en Canadá, como la violencia sin precedentes del ataque, la participación de niñas tan jóvenes y el hecho de que todos los involucrados se mantuvieron en silencio por una semana mientras la policía buscaba el cuerpo.
También lo fue el hecho de que ocurriera en una zona de clase media en Victoria, en la idílica isla de Vancouver.