La última vez que Justin Timberlake actuó en un Super Bowl, el evento deportivo anual con más audiencia en Estados Unidos, las cosas no terminaron bien.
Al final de una vibrante presentación de medio tiempo junto a la entonces muy popular Janet Jackson, el exintegrante de NSYNC subió la mano hacia el pecho de su compañera, le agarró una esquina del vestido y, de un tirón, le dejó el pezón derecho al aire.
Era 2004 y, hasta hoy, es considerado uno de los momentos más controversiales de la historia de la televisión estadounidense, un incidente por el que todos los implicados tuvieron que pedir disculpas y soportar burlas, amonestaciones y hasta demandas.
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Este domingo, 14 años después, Timberlake volverá a actuar en los esperados 12 minutos del medio tiempo del Super Bowl y, nuevamente, la polémica está servida.
Medios estadounidenses y organizaciones feministas han cuestionado la invitación al artista, no por su actuación en sí, sino por la "exclusión" y el supuesto "machismo" contra Jackson, cuya carrera, según los especialistas en el mundo del espectáculo, se desplomó a partir de lo que se bautizó como "Nipplegate" (Pezóngate, en español).
Para The New York Times, "en el contexto del movimiento #MeToo (que reivindica a las mujeres víctimas de acoso), la situación se presenta como una demostración de cómo la culpa de la víctima sostiene el privilegio masculino".