Bajo el vibrante horizonte de Chicago y sus parques urbanos, se encuentra un "vecindario" subterráneo.
Los únicos sonidos que se podían escuchar provenían de los faroles cuyas luces burbujeaban desde el techo y del eco inquietante y lento de unas pisadas que se sentían a lo lejos.
El aroma del café, los olores a grasa y a cloro se mezclaban en mis fosas nasales mientras atravesaba unas pesadas puertas dobles y volteaba en una esquina que me conducía hacia un pasillo vertiginoso de color magnolia.
A mi derecha estaba la entrada de los grandes almacenes Macy’s. Su área de comidas, que en ese momento tenía pocos clientes, era visible a través del cristal.
Me encontraba explorando el vecindario más extraño de Chicago, el Pedway, un candidato poco probable a la regeneración y mucho menos a convertirse en una musa del diseño.
Una maraña de pasillos
Esta red de túneles, que se extiende a lo largo de ocho kilómetros por debajo de los 40 bloques de The Loop (el distrito comercial de Chicago), conecta algunos de los edificios más famosos de la ciudad, incluyendo el de Macy’s, el Ayuntamiento y el Centro Cultural de Chicago.