Opinión

Conversar no es claudicar, ni dejarse imponer nada

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El presidente Duque ha pedido unión en los últimos al país, en medio de las distintas críticas que recibe su gobierno desde distintos frentes. Aún así, el primer paso para la unión, presidente, es establecer canales de comunicación. La mayoría de colombianos desconocemos la situación real de los indígenas y sus causas de fondo. Pero viendo las cifras de pobreza de este grupo étnico, parece justo escucharlos. Según el Dane, en el 2019, la pobreza monetaria impactó al 59% de los indígenas, en comparación del 33,8% del resto de colombianos. Casi el doble.

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Si la excusa del presidente para no recibirlos es que “están infiltrados por la guerrilla”, los indígenas también podrían sentir la misma desconfianza cuando en el gobierno un embajador tiene una finca con cultivos ilícitos. ¿No podrían decir ellos también que el gobierno está infiltrado por el narcotráfico? ¿Si la minga aún así sigue reconociendo al gobierno como un interlocutor legítimo para conversar, por qué el Estado no hace lo mismo con ellos? La buena fe debería ser recíproca.

Necesitamos vivir y liderar con menos cálculo. En esta nueva Colombia que está emergiendo de las raíces, la población ve con buenos ojos a líderes que sean capaces de generar autoridad a través del acercamiento, la escucha y el reconocimiento de las diferentes partes y no a través del desconocimiento o la imposición de la fuerza. No podemos seguir viviendo bajo la lógica del “estás conmigo o contra mi”. Tenemos que aprender a confiar en el otro. Empezar a pensar como ciudadanos, más que como milicianos.

Conversar es la salida, presidente Duque, más allá de si accede o no a las pretensiones de la minga. Escuchar es un acto de dignidad y no significa claudicar o dejarse imponer nada. Despreciar y no reconocer a la contraparte es echarle gasolina a las llamas del odio, el resentimiento y la rabia que todavía acechan impaciente para reactivar su furia en este país.

Marco Orozco

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