No tienen orejas alargadas ni narices puntiagudas. Algunos son pequeños, pero otros tienen estaturas enormes y habitan en los parques de Barranquilla. “Podemos decir que somos como duendes, porque protegemos la vida de los árboles y plantas”, dice Keynes Cárcamo, supervisor del programa de Guardaparques en el parque de Villa Santos.
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Los poderes mágicos de estos guardianes vestidos de verde consisten en mantener limpios y sanos los parques y otras áreas del espacio urbano. “Ya los vecinos del parque nos conocen y hasta nos ayudan a regar y barrer porque tienen un sentido de pertenencia por el lugar”, resalta el supervisor.
El programa de Guarparques creado por el Foro Hídrico comenzó hace dos años con un pequeño grupo piloto. “Al principio contamos con 11 muchachos que no tenían mucha experiencia, luego crecimos a 40 y ahora somos 140 los guardianes que queremos sembrar una semilla para la conservación de nuestros parques en todos los barranquilleros”, explica Alberto Salah, Gerente del Foro Hídrico, en diálogo con Publimetro.
Las funciones de los guardaparques son barrer, podar, limpiar maleza, regar las zonas verdes, arreglar e instalar mobiliario y juegos. Además, se encargan de sensibilizar a los ciudadanos sobre la importancia de cuidar y proteger los parques públicos y las zonas verdes. Nuestros pulmones urbanos contribuyen a regular el clima, generan sombra, absorben el polvo y la contaminación por las mismas emisiones que genera la ciudad. Los guardaparques también intervienen en la conservación de la flora y fauna propias de la región y de algunas especies migratorias.
Lamento de duende
En el parque Santo Domingo labora todos los días el guardaparques Giovanni Jiménez, nacido en Galapa hace 50 años. Este hombre ha creado una fuerte conexión con las plantas que cuida. “Son como mis hijas. Si les llega a pasar algo, mi corazón se resiente”, cuenta.
Giovanni evidenció hace unos meses en su parque cómo algunas personas pisoteaban las plantas. “Es horrible encontrar a las plantas que uno tanto cuida todas muertas, tiradas en el piso. La gente todavía no entiende que el trabajo que se ha logrado en meses se puede borrar con un solo pisotón”, se lamenta el hombre.
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En los reportes que a diario registran los guardaparques se evidencian los daños que los barranquilleros les hacen a sus parques en su infraestructura y zonas verdes. “La vez pasada vi cómo jóvenes, ya grandes, estaban destruyendo los columpios de los más pequeños. Fui a reprenderlos y me gritaron: “¡sapo!”. Cuando los comencé grabar con el celular para denunciarlos salieron corriendo. Todavía a la gente le falta mucha cultura para cuidar los parques”, enfatiza Jiménez.
Estas cuadrillas de hombres trabajan hasta los domingos y festivos en turnos de 6 a.m. a 10 p.m. para mantener en perfecto estado las 181 zonas verdes de Barranquilla. “El programa de guardaparques es algo que podemos ver y que debe ser motivo de orgullo. A veces no somos suficientes para abarcar todo y por eso queremos que el ciudadano también se convierta en guardián de sus parques como nosotros”, concluye Salah.